Vistos los términos en que se ha planteado y la unanimidad, no sólo política, que ampara la reclamación, Demarcación de Costas tendrá serias dificultades para rebatir la petición de control municipal directo de los amarres de la playa de Formentor.

El litoral es muy sensible por partida doble, lo es en términos naturales y sociales y si hablamos de un espacio de escaparate y bandera como Formentor, todas estas cuestiones se acentúan de manera notable. Por eso no extraña la reacción ante el "desastre de gestión" que ha hecho Hisambla en la explotación de fondeos que en su día le concedió el entonces ministro de Medio Ambiente Jaume Matas. La gravedad del asunto se puede medir en el hecho de que hasta el PP está de acuerdo en que el Ayuntamiento recupere el control de los fondeos y otorgue su concesión a quien considere oportuno, de forma reglada, eso sí.

Fondear una embarcación es hacer uso privado de un espacio público. Es por tanto convivencia plural y ensamblaje con el medio natural y el ámbito social. Y todo ello ocurre en la frontera mutante del litoral. Son condicionantes para una gestión muy peculiar que no tiene porqué ser conflictiva y en la que naturalmente deben prevalecer los intereses públicos.

Con estos planteamientos y vistos los hechos, parece claro que el ayuntamiento de Pollença ha reaccionado de forma consecuente en una actitud que incluso respaldan los propietarios de las embarcaciones. Hisambla se ha expandido en exceso en Formentor y ha naufragado por no saber o no querer llevar el timón de los fondeos con buen pulso. Ahora sólo falta que Demarcación de Costas actúe de forma consecuente y esté a la altura de las circunstancias. Puede hacer cualquier cosa menos mantener y embarrancar la insostemible situación actual.