Hoy se cumple el 70 aniversario del asesinato de Antoni Amer Llodrà ´Garanya´ (1882-1936), el último alcalde republicano de Manacor, sobre cuya figura no sólo se proyecta el martirio personal padecido sino el de centenares de personas fusiladas -algunas fuentes las cifran en 800- en el cementerio municipal y el campo de exterminio habilitado en Son Coletes para cometer una de las peores masacres que se recuerdan en Mallorca de la Guerra Civil.

Este año, el Ayuntamiento ha nombrado hijo ilustre al ´Batle Garanya´. El periodista, historiador, y colaborador de DIARIO de MALLORCA Antoni Tugores ha publicado La història robada (Edic. Documenta Balear), libro recientemente traducido al castellano y centrado en la vida y obra de Antoni Amer, en el contexto del Manacor de principios de siglo, "en una sociedad muy cerrada y dominada por los caciques", hasta la contienda civil de 1936 y la posterior represión sufrida por la familia del político manacorí.

Antoni Amer, de profesión comerciante, logró casi el 90 por ciento de los votos en las elecciones locales de 31 de mayo de 1931 con el Partido Republicano Federal. En 1934 fundó Unió Republicana, de ideario centrista. Igualdad, justicia social, sanidad, educación y creación de empleo fueron sus prioridades.

Asesinato de su hijo

La sublevación, el 19 de julio de 1936, le sorprendió estando en Palma. En su ausencia, uno de sus hijos, Jaume, fue cruelmente asesinado el 25 de agosto al no desvelar su paradero. Jaume Amer Roig desconocía dónde se encontraba su padre.

Derrocados los estamentos democráticos, el 24 de julio, Jaime Jaume Rosselló, Capità Jaume, lideró una junta gestora del ayuntamiento de Manacor, mientras los falangistas perpetraban tal vez la mayor cacería humana que se recuerda en Mallorca.

Mientras a Manacor llegaban personas arrestadas en toda la comarca para ser fusiladas y sus cuerpos eran quemados, acusadas de pertenecer al bando republicano, el ´Batle Garanya´ inició desde Palma una dura peregrinación por diversos pueblos, movido por el anhelo de volver a reunirse con su familia. Del Coll d´en Rabassa, al Pont d´Inca, luego a Santa Maria. De allí a Lloseta, luego a Sineu, posteriormente a Petra, donde permaneció escondido en el cementerio. Llegado a Manacor, se refugió en la casa de Aina Llull (Ca na Ferrana), prima de su mujer Magdalena Roig. Esta sería su última morada, antes de que el 29 de diciembre fuera apresado.

El alcalde pasaba las horas del día en un desván leyendo los periódicos que le llevaban y muchas veladas conversando con sus protectores.

Damià Roig Llull, Ferrà, hijo de Aina Llull fue durante días el mejor contertuliano de Antoni Amer y testigo de su detención. La explicó en una entrevista al historiador Rafel Ferrer Massanet, director de la revista Perlas y Cuevas. Pero ha sido un episodio inédito hasta la reciente publicación de La història robada. Eran las cuatro de la tarde del 29 de diciembre, Damià y Antoni conversaban a la luz del fuego de la chimenea, cuando Ca na Ferrana fue asaltada desde el corral por dos falangistas. La mañana del mismo día ya habían visitado la casa y arrestado a Aina Llull tras un rastreo infructuoso.

En el momento en que el batle Garanya comentaba "no creo que vuelvan, porque han estado más de una hora por aquí hablando y mirando...", les sorprendieron. "Hala, ven con nosotros", le gritaron. "No huiré", respondió, pero de forma violenta lo maniataron y fue llevado a pie desde la actual Via Majorica hasta el Ayuntamiento. Según relata Antoni Tugores en su libro La història robada, unos amigos de Amer de Capdepera habían fijado el mismo 29 de diciembre para ir a buscarlo a Ca na Ferrana y llevarlo a un nuevo escondite en Capdepera a la espera de que menguara la represión. El coche procedente de Capdepera llegó a las seis de la tarde, dos horas después de que los falangistas hubieran capturado a Antoni Amer.

Según testimonio de Damià Roig, desde la casa consistorial Amer fue colocado en un vehículo para trasladarlo a Palma. Pero en su trayecto a Ciutat fue interceptado cerca de Algaida por otro coche salido de Manacor y cuyos ocupantes obligaron a la expedición a dar media vuelta. El trayecto de regreso acabó en Son Coletes. Allí le bajaron del vehículo, "le pidieron si deseaba algo de sus hijas, y Garanya se sacó el reloj de oro, dos anillos y las gafas que llevaba". Después, quien le había puesto los grilletes le conminó a caminar y frente a los focos del vehículo le disparó por la espalda. Su cuerpo fue posteriormente vejado por algunos desalmados desplazados expresamente a Son Coletes.

Antoni Amer fue oficialmente dado por fallecido el 24 de diciembre de 1937 "a consecuencia del desembarco de Mallorca, según resulta del expediente instruido al efecto y su cadáver recibió sepultura en el cementerio de Manacor". Sus despojos igual que los de cientos de asesinados, acabaron en un fosa común no determinada.