Las previsiones más optimistas que tenía el consistorio de Esporles se vieron superadas. Quienes visitaron la primera edición de la Fira Dolça de Esporles se encontraron con colas de vehículos de hasta cinco kilómetros en la carretera de Valldemossa y de cuatro kilómetros en la de Establiments. Los aparcamientos, preparados al efecto en Esporles, quedaron saturados y los coches tuvieron que aparcar en los lugares más alejados e inverosímiles. Ésta era la tónica que se vivió durante el mediodía de ayer, mientras en el centro de la localidad no se podía dar ni un paso. La aglomeración de personas y vehículos ya se palpaba a las diez de la mañana, una hora después de haberse inaugurado la ´fira més dolça´ de Mallorca.

Nada más acceder al recinto de la Fira Dolça, cuya parte central ocupaba buena parte de la calle Joan Riutort, la principal de Esporles, el visitante se encontraba sobre la acera una serie de mesas largas, situadas una detrás de otra, rodeadas de bordadoras de punto mallorquín. Sobre las mesas se veían colchas, manteles y otras piezas primorosamente bordadas.

Al pasar por la calle Jaume I, camino de la zona alta de Esporles, hacia Puigpunyent, el olfato del visitante comenzaba a percibir un fuerte aroma a queso, embutidos de la tierra, miel y dulces. En esta vía en pendiente, a ambas bandas, se distribuían diversos puestos de comestibles. También se veían otros, en donde dominaban productos de artesanía, especialmente para el hogar y el campo.

Pasando por delante de varios coches antiguos, del ´Veteran Car Mallorca´, en donde destacaba un Cadillac descapotable de la época dorada de Alcapone, se llegaba a la esquina del Café Deportiu, junto a la Plaza Jardinet, donde la terraza estaba llena de gente desayunando. En la plaza se encontraba el stand de DIARIO de MALLORCA, un teatrillo de Teresetes, una muestra de cetrería, la oferta de Jardins de Tramuntana y el stand del ayuntamiento. En la cercana Plaza España, sede del Ayuntamiento, estaba el stand de Sa Granja de Esporles. Al final de la calle Joan Riutort, junto a la iglesia parroquial, se encontraban concentrados el mayor número de expositores gastronómicos, dominando los mas dulces.

Las diez mil personas, más o menos, que ayer visitaron Esporles no quedaron defraudadas pues en todas las calles del recinto ferial se ofrecían las recetas más dulces que se podían encontrar, dominando las mallorquinas. Y muchos tuvieron un regreso dulce a su hogar, ya que muchos visitantes iban cargados con bolsas llenas de productos, sobre todo, de repostería.