El equipo de gobierno (PSOE) decidió abordar de forma maratoniana -y no exenta de polémica- la resolución de las 983 alegaciones presentadas a la revisión de las normas subsidiarias (NNSS).

Éstas fueron tratadas y despachadas en un pleno extraordinario celebrado en poco más de dos horas por la tarde del jueves y en Can Gelabert, prácticamente sin presencia de público (se podían contar 5 ó 6 personas). La velocidad del proceso rozaba la inefabilidad y provocaba incluso en los propios políticos frecuentes malentendidos cuando se debía estimar o desestimar algunos de los recursos: un proceso realmente kafkiano.

Las 983 alegaciones fueron divididas en tres grupos: las que se estimaban, las que se estimaban en parte y las que se desestimaban. El alcalde, Miquel Nadal, argumentó que muchas de las alegaciones trataban la misma cuestión "más o menos", y por lo tanto podían agruparse para "aligerar" la sesión. La mayoría de los presentes afirmaban no "enterarse de nada" debido a la propia dinámica del proceso.

En cuanto a la oposición, Pere Pol (Independents de Binissalem) se mostró muy crítico con el procedimiento utilizado por la mayoría socialista y, en consecuencia, optó por abstenerse en la resolución de todas las alegaciones. Pol también denunció la "contaminación política de los criterios técnicos utilizados para estimar o no" los recursos presentados. Por su parte, el PSM defendió la necesidad de fijar un techo poblacional.

Duras críticas de Gadma

Bernat Fiol, en nombre del grupo ecologista Gadma, tachó al actual equipo de gobierno de "antidemocráticos fascistas e hipócritas", al entender que este pleno en el que se trataban casi mil alegaciones presentadas por centenares de binissalemers discurría "en secreto", ya que no se había avisado a ninguno de estos "ciudadanos participantes en la política local". Fiol afirmó que "estos personajes de m... estimarán o desestimarán lo que les parezca, esperando pasar desapercibidos cuando ejercen las decisiones políticas, y tan sólo sabrán explicarse en público y sonriendo en algunos actos no políticos, pudiendo contentar al ciudadano, engañado y engatusado, con un buen plato de frito mallorquín".