Los comercios recibieron ayer la visita de un cliente poco habitual. Las grandes y negras banyes se asomaban por el portal, era el dimoni. Las vendedoras ya se sabían el ritual. La mañana de la víspera de Santa Pràxedis, patrona de Petra, el diablo recorre las calles del municipio y se para en cada establecimiento, donde recoge las joies. Galletas, bebidas o patatilla son los presentes que se regalan al carismático personaje para evitar que les amenace con el garrote.

Como es tradicional el día de la patrona, los más pequeños participan en las corregudes de joies, cuyos premios son los regalos que el dimoni recogió la víspera de la fiesta. Mientras el dimoni entraba en los comercios a recoger las joies, los niños esperaban en las calles impacientes y con gritos de "¡banya verda!".

El ambiente de fiesta no faltó en ningún momento. Las notas de las xeremies animaron la diada y las estampidas inesperadas del lucifer provocaban los llantos a los más pequeños y la dispersión de los niños por las calles colindantes.