Que hablen de una vez o callen para siempre y vuelvan al confort del hogar dejando que otros gestionen las necesidades públicas. Así de contundentes y drásticos hay que ponerse ante el espectáculo gratuito y nada gratificante que están dando el PP de Felanitx y sus aledaños.

Dos días sin explicaciones, dada la gravedad de lo ocurrido, es una eternidad y no hay excusa posible para quienes por voluntad y decisión propia, no lo olvidemos, están expuestos al escaparate de la consideración pública. El PP, en su conjunto mal avenido, está hipotecado por el silencio y cada hora que pase sin dar la triple explicación debida se verá gravada con intereses más altos. Deben explicarse los dos regidores díscolos, está obligada a reaccionar con palabras claras y hechos una alcaldesa que ahora ha enviado de vacaciones su locuacidad innata y debe actuar el partido en beneficio de su solvencia política y la pureza programática. Ahora que los trapos sucios ya tapan la fachada del PP, al partido no le queda más remedio que lavarlos con el detergente de la explicación. La alta temperatura de las peleas familiares hace que desprendan demasiado hedor. Una cosa es un partido político y otra un lobby de poder. Si ambas cosas se mezclan, pasa lo que ha ocurrido en Felanitx.