...y la luz se hizo en el tren de Sóller un 14 de julio de 1929, cuando las máquinas que tiraban de los vagones gracias a la energía generada por el vapor pasaron a mejor vida y tanto Sóller como Bunyola lo celebraron por todo lo alto. La electrificación de la línea ferroviaria, de la que ayer se cumplían 75 años exactos, suponía en aquel tiempo un saludo emocionado a la modernidad y una despedida definitiva a las incómodas máquinas de vapor y a la contaminación que, en forma de humo negro y espeso, expulsaban las chimeneas.

La efeméride se celebró ayer con todos los honores mediante un acto que, en cierta medida, recreó aquel viaje inaugural que hace 75 años salió de Palma y llegó a Sóller con escala en Bunyola, por primera vez, sin necesidad de avivar la máquina con carbón. Muchas personas que fueron testigos de aquel hecho se extrañaron de que el ferrocarril pudiera moverse gracias al contacto con las líneas eléctricas aéreas que se instalaron a lo largo de los 27 kilómetros de línea entre la capital de la isla y su valle más emblemático.

A las cuatro de la tarde de ayer, el tren salía de la estación palmesana sin los turistas habituales que suelen llenar los característicos vagones de madera. En esta ocasión, el tren partió con una comitiva de personas invitadas por la empresa propietaria del ferrocarril para que participasen en los actos de aniversario. El presidente de Ferrocarril de Sóller S. A., Javier Mayol, y el director de la empresa, Miguel Galmés, ejercieron de anfitriones de los invitados, entre los que figuraban empresarios turísticos y ferroviarios, diplomáticos, técnicos y ex trabajadores del tren de Sóller. También estuvo presente el director general de Gesa, Jaime Reguart, y varios directivos de la empresa Siemens, que llevó a cabo la electrificación del ferrocarril en 1929.

Todos los presentes ocupaban un mismo vagón y participaban en la misma tertulia. Más adelante se añadiría a la comitiva la consellera de Obras Públicas, Mabel Cabrer, acompañada del gerente de SFM, Rafel Pons, y el director general de Obras Públicas y Transportes, Carlos Jover.

La primera escala del viaje fue en Bunyola, donde esperaban en el andén los alcaldes de Sóller, Carlos Simarro, y de Bunyola, Maria Cabot. Una agrupación de ball de bot saludó a los recién llegados al son de las xeremies, una escena que no debió ser muy diferente a la de hace 75 años. Allí, los invitados tomaron una copa de cava mientras visitaban las instalaciones de la estación subeléctrica de Bunyola, que conserva la estructura de 1929 e incluso funciona con los transformadores originales. En la estación se inauguró una escultura de Bel Ramis Caubet, donada al ayuntamiento de Bunyola con motivo de la efeméride celebrada ayer.

Una hora después el tren volvió a partir con destino a Sóller, donde muchos curiosos, entre residentes y turistas, esperaban a la comitiva en el andén. La banda municipal de música empezó a tocar una marcha triunfal cuando el ferrocarril paró en la estación, con la consellera Cabrer y el alcalde Simarro en la cabina de mando.

La comitiva se desplazó a las dependencias inferiores de la estación, donde se había instalado una exposición con elementos históricos relacionados con la electrificación del ferrocarril. Entre los objetos expuestos destacaban las controlas originales del tren, es decir, toda la estructura que ejercía de timón en la máquina del ferrocarril. También había relojes, antiguas bobinas, teléfonos de época y otros artículos que antes eran imprescindibles para el funcionamiento del tren y hoy son auténticas piezas de museo.

En la misma sala, los invitados pudieron visualizar imágenes en blanco y negro de la inauguración de la electrificación y escucharon diversas ponencias técnicas sobre la importancia que supuso abandonar el vapor en favor de la electricidad en el ferrocarril de Sóller. La jornada terminó con una cena en la que se explicaron anécdotas de un tren que dentro de ocho años cumplirá un siglo de vida.