Gent de Ciutat

Àngels Fermoselle, bióloga y activista: «La pérdida de valor urbanístico de Palma es general»

La activista en defensa del patrimonio regenta una tienda de productos naturales en la zona de Pere Garau

Àngels Fermoselle posa en el interior de su tienda, Integral, situada en Pere Garau. | DM

Àngels Fermoselle posa en el interior de su tienda, Integral, situada en Pere Garau. | DM / DM

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Palma

El nombre de su comercio es Integral, ¿por connotaciones científicas o como metáfora de un mundo holístico?

Al ser de ciencias y tener una hija matemática, bien podría referirme al signo de la integral como operación matemática, ahora bien, realmente el nombre es fruto de una época, de cuando hace cuarenta y seis años decidí abrirla y estaba de moda todo lo que podía calificarse de integral, como el pan. He conservado el nombre y ahí está, después de casi medio siglo.

Tener el comercio justo detrás del mercado, ¿le añade valor?

Pienso que sí. Y le diré más, el que la misma persona haya regentado el local durante todos estos años, también es un valor añadido. No somos muchos, en Palma, los que hemos conservado un pequeño comercio durante más de cuarenta años, sin traspasarlo ni cerrarlo. Por lo que me preguntaba, el estar tan cerca del mercado hace que la clientela sea muy diversa. Piense que en este mercado viene a comprar gente de toda Palma e incluso de fuera.

El mercado de Santa Catalina lleva años sin ser un mercado, el del Olivar va camino de la transformación. ¿Cuántos telediarios le quedan al de Pere Garau?

Mire, no creo que este mercado se convierta en otra cosa, espero y deseo que se mantenga. Las personas que lo rigen no tienen intención de cambiar su fisonomía ni su función y como que han visto los errores que se han cometido en Santa Catalina y se cometen en el Olivar, pues Pere Garau se mantendrá como mercado, estoy segura.

Y la población de esta zona, ¿cómo ha cambiado?

Si el mercado le digo que se ha mantenido como siempre, no diré lo mismo de la población que lo envuelve. Cuando me instalé aquí no había personas provenientes de países desfavorecidos económicamente y ahora son mayoría. Chinos, magrebíes, sudamericanos y personas de otras nacionalidades han hecho cambiar el producto que se pone a la venta. Por ejemplo, hoy mismo puede comprar aquí una enorme variedad de frutas y verduras, que hace años eran incluso desconocidas.

Y en su caso ¿cómo ha afectado ese cambio poblacional?

Pues muy bien. Sobre todo, por los americanos castellanohablantes que tienen mucha más conciencia de los productos dietéticos que nosotros. Piense que, en mi sector, nuestro éxito ha sido a la vez nuestro fracaso. Se lo explico con un ejemplo: En un momento dado llegué a vender ciento veinte panes integrales diarios, que iba a buscar personalmente al Forn des paners que ya no existe. Y entonces llegó la moda y en los supermercados se empezó a vender pan integral, que nada tenía que ver con el original, pero eso hizo que dejara de venderlos. Y eso ha pasado con otros productos como la leche vegetal o los suplementos nutritivos que hoy pueden encontrarse en los grandes almacenes, con otra calidad, pero que ahí están. Y si añadimos la falsa creencia que en las grandes superficies está más barato y con la misma calidad, entonces ya puede imaginar quien viene a comprarlos a un pequeño comercio. La especificidad de un negocio desaparece cuando sus productos pasan a ser de gran consumo.

Como activista en favor del patrimonio, ¿cómo ve la evolución de su barrio, Pere Garau?

La pérdida de valor urbanístico de Palma es general, no hay duda, debido a que no ha habido un planteamiento con suficiente criterio para indicar hacia dónde queremos ir y cómo hacerlo. No se ha decidido qué conservar y qué no. Y por qué. Ha primado siempre la urgencia, la inmediatez, sin pensar en el futuro. Yo misma investigué sobre mi barrio, empecé el estudio en 2009 entrevistando a personas que habían vivido y vivían en la zona y llegué a la conclusión que Pere Garau es hijo de varias oleadas migratorias: la de la Part Forana y que se estableció en el Eixample, viviendo en plantas bajas y a lo sumo con un piso encima y la de la gente de la península que vino a trabajar en el sector servicios y en la construcción. Esto produjo un cambio arquitectónico, pues muchas de esas plantas bajas con piso se derruyeron para construir mamotretos de hasta nueve alzadas y en trazados urbanos de pocos metros de ancho, con lo que se instauró un auténtico maremágnum urbanístico que hoy padecemos. Y a todo esto debemos añadir la última oleada de personas venidas de países económicamente desfavorecidos que ha modificado la población y en muchos casos la ha sustituido. Todo esto conforma un cambio de tipos de negocios y el futuro del barrio.

¿Qué se puede hacer al respecto?

Desde ARCA pensamos que deben adoptarse medidas urbanísticas que permitan entrever el rastro de la historia, que no lo dejemos todo en manos del impulso económico del momento. Un ejemplo: un solar en el que se construyen viviendas, no siempre da para aparcamientos, lo que produce un aumento de coches que buscan pernoctar en la calle. Y así sucesivamente, con mil cosas más. Abandonemos los criterios desarrollistas y pasemos a los de la conservación. Mantener el encanto de la ciudad, de Palma, pasa por conservar y no por destruir.

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