Vecinos de Palma denuncian los retrasos en la concesión de vados permamentes

Un alemán, que lleva seis meses con la salida de su garaje en Cala Major bloqueada, ha presentado una queja formal al Ajuntament ante el retraso generalizado en las resoluciones de las solicitudes en Ciutat

Vecinos de Palma molestos por retrasos en la concesión de vados permamentes

Vecinos de Palma molestos por retrasos en la concesión de vados permamentes / NELE BENDGENS

Ralf Petzold

Palma

Dependiendo de la hora del día y de la época del año, encontrar un sitio para aparcar en Palma puede resultar misión imposible. Después de buscar sin éxito durante mucho tiempo, algunos conductores terminan dejando el coche en el primer sitio que encuentran. El problema es cuando ese espacio resulta ser la salida de un garaje, y el estacionamiento del vehículo bloquea el paso de los residentes de un edificio. Esta ha sido la realidad del alemán Michael L durante los últimos seis meses: medio año en el cual el Ajuntament se ha negado a proporcionarle a él y a sus seis vecinos la señalización oficial de vado.

El problema no es nuevo. Desde hace años, se acumulan en el Ayuntamiento las solicitudes para nuevos vados permanentes. La administración indica un plazo de hasta tres meses para procesarlas. En la práctica, el tiempo de espera suele ser de un año. “La solicitamos en noviembre. Ya han pasado seis meses”, dice Michael L., quien es presidente de la comunidad de propietarios de un edificio en el Carrer Dina Moore. El alemán envió una queja formal al alcalde del Ajuntament de Palma, sin embargo, en la respuesta del departamento no se ofrecieron más que palabras educadas. “Dijeron que tenían poco personal y que no podían tratar mi solicitud con prioridad”, cuenta Michael L.

Vecinos de Palma denuncian los retrasos en la concesión de vados permamentes

Vecinos de Palma denuncian los retrasos en la concesión de vados permamentes / DM

La policía no puede intervenir

La autorización cuesta hasta 157,43 euros, dependiendo del tamaño del garaje y del tipo de calle. A cambio, el Ayuntamiento pinta una línea amarilla en el asfalto para señalar la prohibición de aparcar y coloca la señal vertical correspondiente. Solo a partir de ese momento está prohibido y sancionado aparcar en esa zona.

Mientras la administración se decide, el alemán y sus vecinos dependen del sentido común de los demás. “Es evidente que aquí entran y salen coches y que no se debe aparcar —eso lo dicta el sentido común”, opina Michael L. “Además, si no usamos la cochera, tenemos que aparcar en la calle y quitarle el sitio a otras 14 plazas disponibles (capacidad del garaje)”.

Pero muchos vecinos carecen de esa comprensión. Repetidamente estacionan sus coches en la calle o directamente en la entrada del garaje. “El Viernes Santo estuve 36 horas sin poder salir”, se queja el alemán. Llamar a la policía no sirve de nada: sin la línea amarilla no pueden actuar.

Los carteles de remolque importados de Alemania en el garaje han resultado tan inútiles como las notas en el parabrisas pidiendo consideración. “Si aparcan directamente en la entrada, podría llamar a la grúa”, dice Michael L. Sin embargo, evita hacerlo para no entrar en un conflicto con los vecinos.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents