Bares normales (XXI)

Can Rafel, el bar donde merendar un ‘variat’ en la mesa camilla de casa de la abuela

María José Capellà y Joan Vidal regentan este merendero que es toda una institución en el barrio de ses Cadenes en Palma. A día de hoy es el único bar que queda en esta zona de casitas bajas, donde los vecinos aún se conocen por sus motes o ‘malnoms’

Bares normales de Palma | Así es el Bar Can Rafel

Bernardo Arzayus

M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

Palma

Por Can Rafel no se pasa, hay que ir. Y no hay mejor excusa para dejarse caer por la urbanización de plantas bajas de ses Cadenes que la de disfrutar de buenas tapas mallorquinas en este bar cuyo variat debería ser declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Aunque lo que de verdad debería elevarse a categoría de Patrimonio de la Humanidad es la mesa camilla que preside una de las esquinas junto a la ventana de esta institución de la hostelería que reúne a vecinos y currantes de las canteras aledañas. A día de hoy, es el único de su especie que permanece con la barrera levantada en este barrio de la Playa de Palma fronterizo con s’Arenal de Llucmajor. «Antes había cinco bares, pero todos han ido cerrando», lamenta la propietaria de Can Rafel, María José Capellà.

La mesa camilla

Varios clientes aprovechan el calor de las faldas de la mesa camilla para degustar su desayuno. Los que de verdad saben de bares podrán corregir lo que aquí se dirá, pero lo cierto es que para dar con algún bar con un mueble de estas características en Palma habría que meterse en una cápsula del tiempo y retroceder al siglo pasado. María José ha querido mantener al menos una de las dos que había en el establecimiento cuando lo regentaban sus padres. «Recuerdo que en una de estas mesas se ponían las mujeres a jugar a cartas, a Ramiro, y en la otra los hombres, que también estaban con los naipes por la tarde», evoca. «Y en una de ellas mi madre tenía un brasero».

Al fondo a la izquierda, la mesa camilla.

Al fondo a la izquierda, la mesa camilla. / Bernardo Arzayus

Los padres de María José montaron de cero Can Rafel en 1982. «Esta era la casa donde vivían mis abuelos, era de alquiler, pero papá y mamá la compraron. Y entonces montaron el bar», relata. «No ha cambiado demasiado», asegura la heredera de un sistema de trabajo que ya establecieron sus antecesores, Rafel Capellà, de ahí el nombre del bar -Can Rafel- y Margalida Aloy. «Lo que pasa es que ahora cerramos a las 16 horas». El negocio se ha reducido a ella y su marido Joan Vidal, de es Pil·larí, el cocinero que guisa las tapas que deberían ser ya BIC por clamor popular. «Solo somos nosotros dos porque nos hemos dado cuenta de que es imposible contratar a alguien. Acaban yéndose, a poca gente le gusta la hostelería que se practica en una bar de siempre», reflexionan.

El humor fino de Joan

Joan se caracteriza por un humor fino. Es chef por accidente. «No, no, yo no soy cocinero, soy marmolista, pero me gusta la cocina, que es distinto», puntualiza. «He venido a trabajar aquí varias veces, pero me he marchado hasta en tres ocasiones. Ahora ya llevo desde 2020 de forma ininterrumpida en la cocina», confiesa. Las recetas de esta casa de comidas son de Margalida, la madre de María José, «pero les pongo mi toque personal».

En el tapero, hay varias recetas fijas: frit mallorquí de cordero, frit de matances, callos, albóndigas -pequeñitas entran mejor-, pica-pica y ensaladilla. Carne en salsa no hay todos los días «y los rebozados los preparamos los sábados, que es cuando tenemos más clientela que viene a hacer el variat». «Muchos de ellos son trabajadores de las canteras de aquí al lado, que trabajan ese día y vienen a comer tapas, y entre semana toman el café aquí», desvela María José.

Can Rafel es un bar de currantes, «muchos están de paso», y el templo social de los vecinos de ses Cadenes, es Pil·larí y s’Aranjassa.

BAR CAN RAFEL - Bares normales de Palma

BAR CAN RAFEL - Bares normales de Palma / Bernardo Arzayus

Se manejan sin carta ni pizarra

Es un merendero en sentido estricto, con variats y bocadillos. Se manejan sin carta ni pizarra, «la gente ya sabe lo que tenemos. Antes hacíamos menús, pero dejamos de hacerlos, solo somos dos». Afuera, bajo el toldo naranja, hay dos mesas en la terraza. Apenas hay gente en la calle. Can Rafel es un arma poderosa contra la soledad en este pueblo que pierde vecinos de siempre y gana de nuevos con otras costumbres. «Es un poco ciudad dormitorio ahora», espeta Llorenç Sastre, vecino ya jubilado que habitualmente se acoda en la barra para hacer un café. «No es tan dramático, aún nos conocemos muchos y algunos tenemos motes, malnoms», subraya. Sin ir más lejos, la propietaria de Can Rafel, María José, «es paparrina, de los paparrins, que son todos muy cabezotas».

«A ses Cadenes, antiguamente le llamaban Los Ángeles porque detrás está la Porciúncula, que antes era la basílica de Santa María de los Ángeles», cuenta Rafel. «Lo de ses Cadenes vino por el tren de Llevant, que pasaba por aquí. A la salida del tren, se ponían unas cadenas».

Frontera mental con s'Arenal

Los vecinos de este barrio sienten la existencia de una frontera mental con s’Arenal. «El turismo aquí no nos ha invadido, esto es tranquilo de momento, pero nos preocupa que se vaya a construir por aquí detrás y esto crezca. Queremos seguir teniendo una vida de pueblo», asegura Llorenç, que en su día fue el botiguer del colmado. Todavía hoy cuando llegan los meses de octubre y noviembre prepara buñuelos en casa que pone a la venta.

BAR CAN RAFEL - Bares normales de Palma

BAR CAN RAFEL - Bares normales de Palma / Bernardo Arzayus

En la barra también está Biel Alemany, fisonomía a lo Ernest Hemingway: rostro bonachón, barba blanca. «Este es un barrio de trencadors de marès. Así nació. Yo me crié en las canteras también. En las vacaciones de verano, mi abuelo me llevaba con él para ayudar», evoca. «Los trencadors del Coll d’en Rabassa empezaron a venir a trabajar aquí. Los domingos cogían el tren y regresaban a casa para pasarlo con la familia y luego volvían porque el lunes tenían que estar en la cantera. No era una vida fácil», sostiene.

«Yo también cogía todos los días el tren para ir a es Pil·larí al colegio. No sé si veré el tren que ahora quieren hacer y que supongo que tendrá otro trazado y recorrido», comenta.

«Lo que nos pasa aquí es que pagamos impuestos como palmesanos, pero no tenemos nada, ningún servicio público. Ahora mismo diría que sólo pasa Emaya», se queja este vecino.

BAR CAN RAFEL - Bares normales de Palma

BAR CAN RAFEL - Bares normales de Palma / Bernardo Arzayus

En cazuela de barro

El variat de Can Rafel se sirve en cazuelita de barro, con pan moreno y un pequeño plato de olives trencades. «Este bar posiblemente desaparecerá con nosotros», confiesan los propietarios. «Nuestros hijos hacen otras cosas y en estos diez años que nos quedan para la jubilación nuestra intención es sobrevivir y continuar igual. Si no ha de empeorar la cosa, tampoco importa que mejore», expone Joan con su particular forma de hablar.

  • Pincha aquí y lee los otros bares que han salido publicados en la sección 'Bares Normales' de Diario de Mallorca.
Tracking Pixel Contents