Ocio

El restaurante de alto nivel del Club de Mar en la terraza incluye zona de baile

A diferencia de la anterior discoteca, estará situado en la parte superior de uno de los edificios de la reforma, su oferta gastromusical se extenderá a la velada completa y abrirá el próximo verano

El nuevo establecimiento pondrá a prueba la fusión de ocio y restauración

El nuevo establecimiento pondrá a prueba la fusión de ocio y restauración / CLUB DE MAR

Matías Vallés

Matías Vallés

La reforma integral del Club de Mar eleva la gastronomía y la música a las plantas superiores de uno de los cuatro nuevos edificios, en contraste con su ubicación tradicional en el suelo del complejo. Se reúnen además ambos conceptos en un solo establecimiento con ubicación en una terraza elevada, que ya solo necesita un nombre entre los tres que baraja el grupo que se dispone a gestionarlo.

El agotamiento de la fórmula de la discoteca tradicional ha sido la clave para idear un establecimiento que conjugue las ‘zonas de ocio y restauración’, en la línea de restaurantes eivissencs que adoptan esta definición, como Bagatelle y sobre todo Roto. También el nuevo restaurante de alto nivel del Club de Mar puede tener una denominación con dos sílabas en castellano. En lugar del espacio cerrado sobre sí mismo, se privilegian las plataformas abiertas al mar.

En otra definición de éxito actualmente, la concentración de la oferta gastromusical en un mismo ámbito equivale a disponer de un Club dentro de otro Club. Siempre en la planta superior, la pista de baile estará situada en el interior del restaurante. La denominación adoptada para evitar asociaciones trasnochadas es ‘centro de eventos’.

La apertura del restaurante con zona musical del Club de Mar tendrá lugar este año. En la previsión más optimista, sus promotores podrían ponerlo en marcha antes del ecuador de la temporada turística. Se da por garantizado que funcionará a pleno rendimiento durante el mes de julio.

El restaurante del anterior Club de Mar disfrutaba de una ubicación privilegiada junto a la piscina. Sin embargo, casi nunca se mostró a la altura de las expectativas, y soportó un carrusel de cambios en su gestión. Su carácter casi secreto contrasta con la popularidad de que gozó la discoteca del enclave, tanto en su edad de oro con el nombre de las instalaciones, como al popularizarse bajo la denominación de Mar Salada. El espacio era el mismo en ambos casos, situado por debajo del nivel de la calle y sin ventanas, de acuerdo con el concepto inicial subterráneo de los establecimientos nocturnos.

El restaurante con baile del Club de Mar es un ejemplo de la evolución del ocio. En Palma ha desaparecido casi por completo el concepto de ‘la noche’, desde los tiempos en que operaban a diario decenas de discotecas. Los promotores del establecimiento del Paseo Marítimo aspiran a una clientela que accede al local a las siete de la tarde, y lo convierte en el eje de su experiencia hasta la madrugada.

Al igual que ha ocurrido en Ibiza, el proyecto del Club de Mar se enmarca en la evolución del mercado hostelero balear. La concentración en el entorno del turismo de bajo presupuesto ha sido abandonada progresivamente, hasta poner un pie en cuatro y otro en cinco estrellas. Este cambio solo fue abanderado por el sector tras comprobar los beneficios que reportaba. A cambio, la exigencia del producto a ofrecer es muy superior, y de momento no se han satisfecho íntegramente las perspectivas del cambio de clase social. Siempre ha sorprendido que los aeropuertos ibicenco y palmesano monopolicen el tráfico de jets privados en todo el Estado, cuando ninguna de estas islas posee un establecimiento con tres estrellas Michelin.

La elevación del nivel de la oferta parece mas asequible para el nuevo establecimiento del Club de Mar que el resurgimiento de la noche palmesana. Esta recuperación del pulso del ocio es otro de los objetivos perseguidos por el restaurante a través de sus gestores, buenos conocedores del entorno y coordenadas en que se mueve su proyecto.

El restaurante y sobre todo la discoteca del Club de Mar están vinculados al esplendor del verano mallorquín. Julio Iglesias era uno más en la sala, quizás se trate de una de las escasas discos que han frecuentado juntos Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia, por no hablar de las madrugadas de la emperatriz Soraya en el recinto. En las instalaciones palmesanas se descubrió el primer noviazgo serio de Felipe de Borbón, con Isabel Sartorius que se alojaba en el hotel del complejo. La vinculación exhaustiva con la Familia Real se rubrica recordando que el Conde de Barcelona y abuelo del actual monarca también vivía en el yate Giralda, atracado en el enclave ahora transformado.

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