Gent de ciutat
Teodor Suau, exdeán de la Catedral de Mallorca: «Al visitar la Seu no sales igual a como has entrado»
Estudió en el Seminario de Palma, del que fue rector. Se licenció en estudios bíblicos en Roma y ha ejercido como vicario y rector en diversas parroquias hasta ser nombrado canónigo - Fue decano de la Catedral, cargo que ha ejercido hasta hace unos meses
¿Cómo es vivir en La Seu?
Para mí la Seu ha sido una gracia, pues nunca hubiera imaginado poder tener responsabilidades aquí. Fue el obispo Teodoro quien me propuso entrar como canónigo y acepté. Pasados los años puedo decir que trabajar aquí ha sido una revelación y una suerte enorme.
¿Qué le seduce de la Catedral?
Su poder de encantamiento. La Seu seduce y cuanto más la conoces y vives en ella, más todavía. Empezar el día con una plegaria en ese espacio es algo especial.
¿Cuál es la oración que le va a ese espacio?
Me gusta decir que la Seu es un espacio muy apropiado para celebrar la liturgia, pero no es el mejor para rezar, pues siempre está llena de gente. De todas maneras, para ponerse en contacto con Dios, no hace falta ningún entorno especial. Y sí, le diría que el Padrenuestro, que es la oración que nos define como cristianos, es la de la Seu y la de cualquier otro lugar.
El turismo, ¿refuerza o rompe la espiritualidad de la Seu?
Podemos mirar el turismo que viene a visitar la Seu de manera paradójica, pues los ingresos económicos que produce refuerzan el poder hacer otras cosas más espirituales. Uno de los retos que tiene la Seu es canalizar la masa de gente que viene a hacer la foto hacia una perspectiva más evangelizadora.
Y, ¿qué busca el visitante?
Depende. Muchos vienen llevados por el grupo o porque les entra dentro del paquete de excursiones que han contratado, otros vienen buscando las huellas artísticas dejadas por el gótico, Gaudí o Barceló y algunos por la dimensión espiritual. Ahora bien, al visitar la Seu no sales igual de como has entrado. La Seu fascina, te coge, te imanta por ella misma.
Ha citado a Gaudí y Barceló. ¿Cuál de las dos intervenciones tiene más seguidores?
Gaudí, que interesa mucho al turista japonés. Pero ni uno ni otro han hecho suya la catedral, es ella, la Seu, la que ha puesto a Gaudí y Barceló a su servicio.
Tener una canonjía era sinónimo de vivir bien.
Cierto, pero en el pasado, cuando los canónigos eran sacerdotes pertenecientes a familias ricas o aristocráticas. Ahora y desde unos cambios que propició Joan Bauzà, ser canónigo implica la realización de unos trabajos concretos que dignifican el espacio y recibir un sueldo que es el mismo que el de cualquier sacerdote.
La Seu como sala de conciertos.
Es un servicio más que podemos dar, pero siempre desde esa idea de trascendencia. Nos gusta pensar que desde que se adquiere la localidad hasta que uno sale del evento, la experiencia sea un todo espiritual y, si puede ser, relacionado con Dios.
Haber tenido las llaves de todas las puertas de la Catedral, ¿imprime carácter?
[Sonríe]. Sin duda. Yo no sería el mismo de no haber sido decano de la Seu, que no es ser más que los demás miembros del cabildo, pues es un primos inter pares, uno entre iguales, el que se encarga de ejecutar lo que entre todos deciden. Ha sido un trabajo que me ha satisfecho, también por lo que ha supuesto de desafío.
¿Qué secretos esconde la Seu?
Una cosa serían los secretos que se esconden para no ser encontrados y otra cosa son aquellos que están por descubrir. De los primeros, en la Seu ya no quedan desde hace mucho tiempo, pero de los segundos, de los que nada sabemos y que el tiempo ha escondido, de esos, sí quedan por descubrir. Diré más, la Seu es un pozo sin fondo y en el que queda mucho por investigar. Le pondré algunos ejemplos: en el archivo, en el que trabajan tres personas, hay documentos de principios del siglo XIII, de justo después de la Conquesta; en el Museu Diocesà existe un fondo de material artístico que está aún por explorar. Y eso sin olvidar que están abiertas líneas de investigación sobre el patrimonio inmaterial, como maneras de realizar el culto o de qué músicas se cantaban en tal o cual ocasión. El estudio de lo que envuelve La Seu es inagotable.
¿Los mallorquines conocemos la Seu?
Para empezar, el edificio mira al mar, por tanto, podríamos decir que nos da la espalda [sonríe]. De todas maneras, la vida de la Catedral se hace dentro de ella, no en el exterior, pues no tiene delante ni una gran plaza ni entornos amplios, por tanto, vivir la Seu es estar dentro de ella. Pero sí, los mallorquines la conocen y la viven, basta ver que cada acto que se realiza en ella se llena de gente.
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