Las cabinas resisten en Palma

Telefónica solo ha retirado una veintena de los 115 puntos que quedan en la ciudad - El Ayuntamiento apremia a la compañía para que retire unos elementos que obstaculizan la movilidad y son objeto de vandalismo

VÍDEO | Las cabinas telefónicas resisten en Palma

B. Ramon

Jaume Bauzà

Jaume Bauzà

Un centenar de cabinas telefónicas siguen formando parte del paisaje de Palma tres meses después de que Telefónica retirara la primera de ellas en la plaza París. Sin embargo, después del anuncio y de la foto apenas ha habido progresos. Durante este periodo de tiempo únicamente se han desmantelado una veintena de las 115 cabinas que hay en la ciudad y, aunque la empresa subcontratada por Telefónica tiene hasta diciembre para completar la retirada de todos los locutorios públicos, hay muy pocos avances.

El ayuntamiento de Palma tiene mucho interés en agilizar la supresión de unos elementos que, nostalgia al margen, son objeto de frecuentes ataques vandálicos y en algunos casos suponen un obstáculo para la movilidad de los peatones en plazas y aceras. Tanto es así que el Consistorio apremia a Circet, la subcontrata de Telefónica, para acelerar el trabajo. De hecho, Cort ha tenido que utilizar personal propio para desmontar unas cuantas cabinas con el objeto de avanzar en el plan de desmontaje.

Este antiguo servicio público, en desuso desde hace años por la generalización del teléfono móvil, está desapareciendo progresivamente de todas las ciudades. Las que quedan en Palma sufren por el paso del tiempo y los vándalos.

Inoperativas

Vestigios de otra época, las cabinas se han convertido en elementos que molestan y obstaculizan en el entorno urbano. Al estar la gran mayoría de ellas inoperativas y con un plan en marcha que prevé su retirada, su estado se degrada por falta de mantenimiento y de limpieza. Pintadas, carteles y pegatinas cubren estos elementos que resisten en Palma y que una parte significativa de la población no ha utilizado en ninguna ocasión.

En enclaves como la plaza Alexander Fleming quedan dos, recuerdo de unos tiempos en los que los ciudadanos no conocían la mensajería instantánea.

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