¿Por qué Santa Catalina y Son Gotleu son la cara y la cruz de Palma?

El catedrático de Geografía de la UIB Jesús M. González y el investigador Ismael Yrigoy analizan la desigualdad en ambos barrios, marcados por las dinámicas turísticas e inmobiliarias de Mallorca

Terrazas con gente en el barrio de Santa Catalina (izquierda) y en Gotleu (derecha).

Terrazas con gente en el barrio de Santa Catalina (izquierda) y en Gotleu (derecha). / DM

Redacción

En Palma hay dos barrios que son la cara y la cruz, dos zonas opuestas de una misma ciudad mediterránea que viven y han experimentado distintas dinámicas urbanas a lo largo de los años que están relacionadas con el turismo. «Hablamos de Santa Catalina y de Son Gotleu», señala el catedrático de Geografía de la UIB Jesús M. González, coautor de un capítulo junto al investigador mallorquín Ismael Yrigoy donde analiza en profundidad estos dos distritos y que se integra en un volumen más amplio que verá la luz en verano y se titula Spanish Tourism Geographies: Territorial Diversity and Different Approaches. Una edición a cargo de Asunción Blanco y Macià Blázquez. Lo publicará el sello Springer.

Se trata de procesos de desigualdad urbana. «En el barrio de Santa Catalina se ha impulsado un negocio inmobiliario de residencias de fin de semana que viene facilitado por el hecho de estar a dos horas de Europa en avión. Mallorca bien podría ser en este sentido una corona metropolitana de una ciudad europea alemana, por ejemplo. Que esto sea así genera una serie de procesos inmobiliarios, de consumo, de comercio y de paisaje. Es decir, transforma la ciudad», sostiene el geógrafo. En Santa Catalina, por todos estos motivos estamos viendo un proceso de gentrificación muy claro, donde se desplaza a una clase social más popular por otra más adinerada. «En Son Gotleu a lo que se asiste es a un empobrecimiento y degradación cada vez mayor».

Estas dos situaciones contrapuestas las analizan los investigadores desde dos puntos de vista: el cambio social y los datos de las ejecuciones hipotecarias y desahucios entre 2008 y 2020. «De pasada, también tenemos en cuenta el nivel de renta y el precio de la vivienda y los alquileres», apunta González.

Turistas junto al mercado de Santa Catalina.

Turistas junto al mercado de Santa Catalina. / DM

Disminución de la población en Santa Catalina

«Para empezar, en Santa Catalina la población está estancada e incluso ha disminuido ligeramente por la elitización del barrio. «La población española decrece y aumenta la extranjera. Ésta era del 4,24% en 1998 y en 2021 ya alcanzaba el 33%. En el 98, dos terceras partes (67%) de sus vecinos habían nacido en Balears; actualmente son el 45%. Muchos se han ido ante la subida de precios del barrio y por un sentimiento de desplazamiento también», sostiene. 

Los primeros extranjeros que se instalaron en Santa Catalina «eran latinoamericanos, trabajadores. Pero a partir de 2015 se convierte en epicentro de lo que se conoce como migraciones por estilo de vida. Es cuando empiezan a desembarcar visitantes con un alto poder adquisitivo, extranjeros de la Europa de los 15», apunta. 

Ante todos estos movimientos y los datos del padrón, González considera que el barrio «ha perdido identidad mallorquina. Y que la inmigración de trabajadores latinoamericanos va perdiendo presencia en favor de los europeos. La situación seguramente es mucho peor de lo que reflejan los empadronamientos porque muchos turistas que pasan dos o tres meses en el barrio o fines de semana sueltos no están reflejados en el padrón. Por ejemplo, sabemos que vienen muchos suecos, pero que de éstos hay muy pocos empadronados», recalca. «El comercio está también muy gentrificado en la zona, sobre todo los negocios que están en torno al mercado. Está demostrado que los mercados acaban funcionando como focos de gentrificación. Se convierten en espacios de consumo de alto nivel económico y pierden su esencia», indica. «Además es un barrio urbanísticamente interesante que pertenece al Ensanche de finales del XIX y que tiene una calidad patrimonial elevada, lo que ya le predisponía a padecer gentrificación».

Un residente de origen africano en Son Gotleu.

Un residente de origen africano en Son Gotleu. / DM

Son Gotleu encabeza los indicadores negativos

Son Gotleu es un barrio que nació en los años sesenta, en plena periferia urbana. «Encabeza todos los indicadores negativos de Palma», señala el catedrático de Geografía. «Presenta un elevado grado de vulnerabilidad. Cuatro secciones censales de Son Gotleu están entre las cinco que tienen menos renta de todo Balears. Según el Catastro, tiene los valores de vivienda más bajos de Palma», agrega. 

«Es un barrio producto del primer boom turístico que tiene el mismo origen que Playa de Palma. Ésta era la construcción del espacio turístico. Son Gotleu, el espacio de reproducción social del turismo. Eran las viviendas para los trabajadores del turismo y la construcción. Se pensó como polígono de viviendas para la inmigración que trabajaba en el turismo», abunda. En su caso, se trataba de la inmigración del rural peninsular, la mayoría venida de Andalucía, que vino a alimentar el desarrollo urbano insular. 

Este tipo de barrios, según González, son «contenedores sociales» porque ya nacen segregados. «Eran los solares más baratos y que estaban en las afueras de la ciudad», indica. «Son Gotleu es un barrio que nació empobrecido desde el principio», asegura el también impulsor de la Cátedra de Estudios Urbanos de la UIB.

Dos niños en bicicleta en el barrio de Son Gotleu.

Dos niños en bicicleta en el barrio de Son Gotleu. / DM

«En el 98, la población de Son Gotleu que había nacido en Palma era del 50% y del resto de Balears, el 9%. El 37% provenía de otra comunidad autónoma. Hay que tener en cuenta que ese 50% de los nacidos en Ciutat son los hijos de los andaluces que emigraron en los sesenta», subraya el investigador. El 98 coincidió con el inicio de la burbuja inmobiliaria, «que lo cambió todo». Empezó a necesitarse mucha mano de obra para la construcción. «Fue ahí cuando vino la eclosión de la inmigración laboral. Empezaron a descender en Son Gotleu los nacidos en Palma y en otras comunidades autónomas y aumentaron los extranjeros laborales», indica. «En 2004, el 11,13% ya eran extranjeros. Seis de cada diez eran de América Latina. En 2010 aún quedaban andaluces en el barrio, que son los que no consiguieron irse, gente que ya es muy mayor. Entonces empieza a darse una sustitución de los inmigrantes. Los que ascienden en la escala social abandonan Son Gotleu y ya no regresan. En 2010, el 40% de la población del distrito ya es extranjera. El 70% son africanos, sobre todo nigerianos. En 2015, los africanos eran el 73% de los extranjeros. En 2021, casi la mitad de la población ya es extranjera. Los africanos son el 63%, pero esta vez la mayoría son marroquíes», detalla. Hay tres secciones censales de Son Gotleu que están relacionadas con las viviendas sociales construidas, «son las más segregadas, pobres y baratas y donde hay mayor vulnerabilidad. No en vano son las que más desahucios y ejecuciones hipotecarias registraron entre 2008 y 2020. En Santa Catalina también hubo muchos desahucios por alquiler, un factor típico de la gentrificación». 

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