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Ángel Romaguera: «Santa Catalina ha dejado de merecerse el bar Lisboa»

«Mi intención nunca fue tener un bar para que la gente se emborrache», dice Ángel Romaguera, que deja el icónico local después de diez años al mando

Ángel Romaguera afronta sus últimos días al frente del Lisboa. | IRENE R.AGUADO

Ángel Romaguera afronta sus últimos días al frente del Lisboa. | IRENE R.AGUADO / irene r.aguado. palma

Irene R. Aguado

Irene R. Aguado

La trayectoria del bar Lisboa cambiará en apenas unos días después de diez años con Ángel Romaguera al frente: el propietario de uno de los establecimientos más icónicos de Santa Catalina traspasa el negocio después de un año «extremadamente difícil».

¿Cómo afronta este final después de una etapa tan larga?

En parte me voy contento y orgulloso por el trabajo hecho. El bar Lisboa se ha convertido en un referente. Pero también tengo algún resquemor porque al final me he visto obligado a dejarlo, no ha sido una decisión completamente voluntaria.

¿Por la subida del alquiler?

Eso solo ha sido la gota que ha colmado el vaso; una consecuencia más de la gentrificación y la saturación que sufre la ciudad, y en especial este barrio. Palma siempre comete el mismo error, ya pasó con la Lonja o Gomila, parece que no hemos aprendido.

¿Santa Catalina ya no es lo que era?

Desde luego, y no ha sido de hoy para mañana. Se degradado con los años, aunque el desmadre se disparó con el formato del tardeo. Yo me enamoré de este local por el eclecticismo del público. Pero ha cambiado mucho la clientela, el barrio se ha puesto demasiado de moda y se ha saturado. Mi intención no es tener un bar de ocio nocturno para que la gente se emborrache. Por eso digo que Santa Catalina ha dejado de merecerse el bar Lisboa.

En verano se tomaron medidas...

Acabamos pagando justos por pecadores. La situación ha llegado a ser muy tensa. El error del ayuntamiento de Palma ha sido no regular la situación previamente, y querer cortar de raíz cuando el mal ya estaba hecho. Estoy seguro de que si más locales ofrecieran un producto cultural o una oferta alternativa, el tipo de cliente sería distinto...pero eso había que pensarlo antes de este desastre.

¿Cómo ha acabado convirtiéndose el Lisboa en un local de referencia?

Mi idea desde el principio fue crear un centro cultural, más que un bar. Aquí hemos hecho exposiciones de fotografía, recitales de poesía e incluso teatro, y nos hemos acabado centrando en la música. Mi objetivo siempre ha sido tener unas prestaciones excelentes en un espacio limitado, y generar sinergias positivas con el público. Que la gente pueda venir a expresar sus emociones a través del arte. Pero claro, eso no siempre se traduce en un resultado económico óptimo.

¿Las instituciones públicas deberían tomar nota?

Claro. La situación de Santa Catalina ha llevado a que lo más rentable sean los negocios enfocados en un consumo salvaje de alcohol, y la consecuencia es lo que hemos visto este año en la prensa. La cultura pierde fuerza porque no es rentable, y por eso están desapareciendo los establecimientos como el Lisboa. La pandemia nos hizo abrir un poco los ojos en este sentido, pero no es suficiente. Las instituciones tienen que plantearse qué modelo quieren fomentar.

¿Habrá en el futuro otro bar Lisboa?

Tengo clarísimo que no voy a abrir otro bar. Han pasado 23 años desde la primera vez que entré en este local, y diez desde que lo dirijo. Pero esto se ha terminado, ya no tengo la energía suficiente. Me dedicaré a relanzar mi carrera como fotógrafo, y por primera vez después de diez años tendré tiempo para hacerlo.