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Vigilancia en playas

Socorristas argentinos en Palma: «Nos contratan por nuestra buena formación»

El 70% de los socorristas que supervisan las playas de Ciutat son de Argentina - Su profesionalidad y formación los convierten en los más buscados por las empresas del sector

Germán Giraudon y Gonzalo Gastaldi supervisando la playa de Ciudad Jardín. | ADRIÁN TOMÁS

Germán Giraudon, socorrista natural de Santa Fe (Argentina), se encuentra vigilando la playa de Cala Estancia este verano junto a dos compañeros de oficio y paisanos. Forma parte del 70% de socorristas de origen argentino que trabajan en la costa de Palma.

Tras obtener el título de socorrista en Argentina y trabajar allí durante años, lleva velando por la seguridad de los bañistas en la costa de la capital balear desde hace cuatro años en playas como Can Pere Antoni o Cala Major.

A unos tres kilómetros, en la Platja de Palma, Germán Bisceglia se encuentra en lo alto de la torreta vigilando la playa. Vive y trabaja en España desde 2010. Lleva 6 años trabajando como socorrista en las playas de Palma. Como muchos miembros de la plantilla de socorrismo, obtuvo el título de guardavidas en Argentina.

Formación

La plantilla de personal de emergencias que protege a los ciudadanos en la costa española está formada, en su mayoría, por argentinos. «Más del 70% de los socorristas de la zona somos argentinos. Cada año vienen nuevos, y la mayoría decide quedarse», resume sin bajar la mirada, que permanece sin reposo fijada en la playa.

La razón principal de este hecho es que la formación de socorristas en Argentina tiene muy buena reputación. Una reputación merecida, fruto de una preparación completa y profesionalizada. «Durante el curso, teníamos que llevar a cabo ejercicios con complicaciones extremas como nadar en una piscina con la luz apagada, mientras los preparadores nos lanzaban maniquís y nosotros debíamos encender una bengala y rescatarlos en la oscuridad», relata Giraudon.

La formación argentina es mucho más completa que la española: Giraudon hizo un año de teoría, en el que cursó materias como primeros auxilios o aprendió estilos de nado. Además, llevó a cabo seis meses de prácticas. «Las prácticas fueron no remuneradas, así podías saber si realmente te gustaba el oficio para ejercer después o si no tenías la vocación necesaria para poder ser un buen profesional». Admite su postura ante este tema: que los jóvenes argentinos tienen más respeto por la profesión y por el significado del oficio, así como más vocación y disciplina. «La mayoría de los socorristas somos argentinos porque las empresas españolas de emergencias y socorrismo nos prefieren. Esto se debe a la formación más completa. Yo mismo, en muchas ocasiones, he traído a chicos jóvenes de Santa Fe a Palma para que trabajaran de socorristas en las playas. Por su desarrollo, conducta y respeto al servicio que imparten».

Bisceglia, quien también obtuvo el título de guardavidas en Argentina, hizo un año de curso teórico y un año y medio práctico. Durante el ciclo formativo, aprendió todo lo necesario para desempeñar su oficio actual, como primeros auxilios o estilos de nado y los diferentes vientos y mareas, así como los riesgos de cada uno de ellos y la manera de prevenir accidentes. Destaca el gran sentido de pertenencia a la profesión de los socorristas argentinos, lo relaciona también a la formación que les imparten y a la vocación que tienen. «Sin una buena formación, no es posible garantizar una profesionalidad en los puestos de trabajo, un sentido de responsabilidad. No puedes exigir a una persona poco formada que sea consecuente con su cargo, pues lo ha conseguido con un pequeño esfuerzo».

Falta de profesionalidad

Giraudon afirma que, según su experiencia, existe una lucha interna en la profesión entre aquellos que respetan y dignifican la profesión y aquellos que no: «Muchos que se forman en España para ser socorristas ven la profesión como un trabajillo de verano, mientras la mayoría de argentinos lo hacen por vocación y ven la profesión como algo estable durante el año».

Bisceglia estuvo trabajando en la playa de San Bernardo, en Buenos Aires, durante años antes de decidir emigrar a España. Compara el trabajo en Platja de Palma con el realizado en Argentina: «Ahí [en la playa de San Bernardo] el lugar de trabajo es como tu casa, los socorristas se conocen mejor la geografía marina y litoral, la gente de la playa conoce a los socorristas porque no hay rotaciones, así que te familiarizas con el entorno y con los bañistas día tras día en el mismo lugar». Lo define como un trabajo más «humano que el que se lleva a cabo en las playas de Palma.

En España existen muchas vías para obtener el título de socorrista. La Cruz Roja ofrece cursos de 80 horas (40 prácticas y 40 teóricas), la Escuela de Turismo de Balears imparte un curso de 10 horas, el Servei d’Ocupació Illes Balears (SOIB) financia formación (para personas que se encuentran en situación de desempleo) y ofrece un curso de 140 horas, entre otros.

La imagen del socorrista (o guardavidas, como se denomina en Argentina) es diferente allí, ya que la formación es más completa y más extensa, además de ser un trabajo con más responsabilidad y más reconocido. Los socorristas en Argentina representan un oficio muy respetado por los ciudadanos, la figura del guardavidas representa casi la de un héroe, se valora el esfuerzo y la implicación de estos trabajadores.

Giraudon relaciona directamente la imagen deteriorada de los socorristas en España con la escasa e incompleta formación que se ofrece en el país: «Falta responsabilidad y sentimiento de pertenencia al oficio», hecho que también relaciona con que los jóvenes españoles se toman el oficio de socorrismo como un empleo temporal y estival, al ser tan sencillo obtener el título, cosa que en Argentina no pasa por la misma razón, ya que necesitan cerca de dos años para obtenerlo. Por eso los argentinos deciden ser socorristas como empleo principal y no como una forma de ahorrar durante la temporada.

«Es normal que la mayoría de los que forman en España sean incapaces de adquirir las aptitudes necesarias para desempeñar el trabajo de forma completa y buena, ya que en un solo mes de formación es difícil adquirir todos los conocimientos necesarios», concluye.

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