Más de cien kilos de pólvora y cerca de 250 dimonis convirtieron ayer el Parc de la Mar en un verdadero infierno. El tradicional ‘correfoc’ de la ‘revetla’ de Sant Joan regresó con fuerza después de dos años suspendido por la pandemia.

El espectáculo fue el plato fuerte de la velada. Turistas y residentes observaron embelesados los bailes de los espíritus malignos y sus bestias, y los más valientes se atrevieron a danzar bajo el fuego con ellos. Los dimonis de Enfocats, Realment Cremats, Kinfumfa, Maleïts Encabritats, Trabucats, es Cau des Boc Negre e Incubus, junto a los tambores y timbales de las batucadas, fueron los encargados de que el cielo se iluminase al ritmo del fuego.

El primer fogonazo, a las 22.30h, logró asustar a niños y extranjeros, que no se esperaban tal exhibición de luces y pirotecnia. «Echaos para atrás, por favor», rogaban los organizadores al tumulto que se había concentrado frente a las puertas del parque. En pocos minutos, los dimonis invadieron todo el parque, abarrotado de familias, jóvenes y turistas.

Poco antes del ‘correfoc’, una provocadora ‘dimoni’, interpretada por la actriz y directora de teatro Cristina Francioli, representó un pregón que, como novedad, tuvo tintes escénicas y se alejó de la lectura de un manifiesto. Francioli advirtió que, como ser maligno, ha venido a la isla a fastidiar a los ciudadanos, y agradeció que en Ciutat existan los atascos, la contaminación, los ruidos, la gentrificación, los altos precios de la vivienda o el turismo de borrachera para hacer la «vida imposible» a los residentes. El caricaturesco humor arrancó alguna que otra carcajada entre el público.

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El infierno más reivindicativo echa chispas en el Parc de la Mar Irene R. Aguado

La intervención de la presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma, Maribel Alcázar, fue de lo más reivindicativa. La responsable recordó que el Parc de la Mar fue «una conquista de los ciudadanos» y, a día de hoy, está en muy mal estado. También reivindicó la ‘revetla’ de Sant Joan como una fiesta sobre todo para los residentes de Palma, un evento que los vecinos no quieren «mercantilizar» para los turistas.

Desde los más pequeños, hasta los jóvenes y las familias disfrutaron ayer de la velada frente a la Seu. Hubo talleres infantiles, un ‘correfoc’ para niños y música tradicional. La novedad la puso la Flama de la Llengua, que por primera vez se trasladó desde Alaró hasta el Parc de la Mar para encender el ‘fogueró’. Para finalizar la fiesta, el grupo mallorquín Xanguito puso el colofón de la noche más esperada y mágina de la ciudad.