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Can Quetglas, la casa familiar que se convierte en hotel modernista en Palma

Los Besalduch Martín abrirán a los huéspedes el próximo día 20 la que fue su vivienda habitual durante 30 años, un magnífico inmueble del arquitecto Francesc Roca i Simó ubicado en El Terreno

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Can Quetglas, la casa familiar que muta a hotel modernista Guillem Bosch

Arcos, techos, puertas, suelos, cerámicas y otros tantos elementos decorativos evidencian que Can Quetglas es uno de los ejemplos importantes de arquitectura modernista en Palma. Sus propietarios, la familia Besalduch Martín, le va insuflar una nueva vida al inmueble de la calle Santa Rita, número 13, dándole un uso hotelero. «Esta casa tiene para nosotros un valor sentimental muy grande porque hemos vivido aquí durante 30 años y en los últimos, con nuestros hijos ya mayores, se nos había quedado grande», relata Antoni Besalduch. «Las opciones que teníamos para mantenerla era convertir el edificio en pisos o hacer un hotel. Deseaba no venderla y mi propósito era defender que este patrimonio histórico quedase en manos mallorquinas», asevera con rotundidad. Por este motivo, no fueron pocas las ocasiones en que Antoni rechazó ofertas para comprarla. «Aquí han venido alemanes, suecos y también agencias».

La familia ha hecho un importante esfuerzo para reformar el edificio, catalogado por el Ayuntamiento de Palma, manteniendo los elementos originales, pero a su vez actualizándolo con todas las comodidades del siglo XXI. «Esperamos también aportar en este sentido nuestro grano de arena a la transformación del barrio del Terreno, que está mejorando mucho con las distintas inversiones que se están llevando a cabo», apunta, refiriéndose por ejemplo al proyecto de Gomila impulsado por Camper. 

La apertura de Can Quetglas está prevista para el próximo día 20 y en estos momentos se están ultimando los detalles de un establecimiento que tendrá cuatro estrellas y nueve suites para un total de 18 plazas. «El perfil de la clientela serán parejas y turistas adultos con cierta sensibilidad por la historia y la arquitectura. Además del alojamiento, queremos que aquí se hagan conciertos de música clásica, sumándonos así a la propuesta que ARCA hizo a la Asociación Hotelera de Palma, y que también formemos parte de la ruta del modernismo de la ciudad», comenta Antoni junto a su hijo Borja, un ingeniero industrial de 37 años que será el CEO del hotel. 

Además de las dos plantas de habitaciones y el patio ajardinado con piscina, la casa cuenta con una torre mirador que ofrece unas vistas inmejorables a la bahía y al castillo de Bellver. «También la restauraremos para que sea una rooftop para los clientes, un espacio para sentarse y relajarse. Una de las ventajas de la parte elevada del Terreno es que es muy tranquila comparada con el centro de Palma», señalan padre e hijo. 

Inmaculada Martín, madre de Borja, ultima los detalles de las habitaciones y la zonas comunes. «Todos estos apliques son originales del Hostal Cuba y aquí hay dos panderetas modernistas que eran de esta casa y mandé restaurar», expone. Martín también muestra los artesonados de los techos, que estaban cubiertos y que han sido sometidos a varios tratamientos para su puesta a punto. 

La vivienda la proyectó en 1908 el también autor de Can Casasayas, un seguidor del genial Antoni Gaudí

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Cerámicas de La Roqueta

En el apartado de artes decorativas, uno de los elementos más valiosos hallados en la vivienda que ahora será hotel son las cerámicas de la fábrica La Roqueta. En la fachada hay aplicaciones de azulejos dispuestos a modo de cenefa. Esta azulejería, según explica la especialista Elvira González en el estudio histórico-artístico que hizo de este inmueble, es un guiño de homenaje a la primera vivienda construida por Antoni Gaudí en 1883: la casa Vicens del barrio de Gràcia de Barcelona. De La Roqueta son también las cerámicas que decoran muchos pasillos y la chimenea, una pieza muy característica de esta vivienda que ya fue restaurada anteriormente por Besalduch.

Otros elementos modernistas muy destacables son las balaustradas de obra de la parte posterior, así como las columnas de los arcos, que emulan por su condición rugosa los troncos de las palmeras. Este es otro gesto gaudiniano presente en la Colonia Güell que el arquitecto de Can Quetglas (1908), Francesc Roca i Simó, también autor de Can Casasayas (plaza del Mercat) o la actual sede de la Delegación del Gobierno en Palma, aplicó con maestría.

Todas las puertas de la casa, también restauradas, presentan elementos claros del modernismo: molduras curvas con flores talladas. Las baldosas hidráulicas del suelo son, en casi todas las estancias, las originales. Fueron levantadas una a una para reforzar el cemento inferior. Los hierros forjados y las vidrieras también son de época. 

Can Quetglas, explican sus promotores, cumple con la nueva ley turística balear en lo referente a reducción de residuos y eliminación de envases de plástico de un solo uso. Además, el hotel ya ha implementado las camas elevables y ofrecerá productos de cercanía en el buffet.

En la reforma han participado los arquitectos Ángel Morado (padre e hijo), el aparejador Miguel Palmer, la restauradora Silvia Jovani y el interiorista Joan Toni Martí Galmés

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