El recinto que acogió tres de las discotecas más populares de Palma, Luna, Abraxas y Pachá, es hoy una ruina fruto de cinco años de abandono. Los grafitis adornan las paredes de un local en el que han bailado varias generaciones de palmesanos y que exhibe su decadencia en un preciado enclave del Passeig Marítim, junto a los Jardins de Natzaret declarados Bien de Interés Cultural y que pueden visitarse.
Está todo paralizado a la espera de que el Ayuntamiento de Palma y el Consell de Mallorca den luz verde a un expediente de demolición de parte de la instalación abierto en 2018. Unos meses antes Pachá había ofrecido su última fiesta.
La decadencia del recinto, anteriormente gestionado por el Grupo Cursach, es visible desde la escalinata que da acceso a la entrada principal, donde una persona sin hogar ha encontrado refugio desde hace varios meses.
El terreno es propiedad de la Fundació Natzaret, que unos metros más arriba gestiona el acogimiento de menores tutelados y que acumula años esperando que la burocracia les devuelva la posibilidad de compensar la pérdida de ingresos que supuso el cierre de Pachá en 2017. En todo caso, los días en los que el local eran la meca del ocio nocturno de Palma han pasado. Tampoco se levantarán pisos. El destino del recinto pasa por convertirse en un restaurante o una cafetería si las administraciones no tienen nada que objetar.