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Palma

Palma, ciudad mortal para el peatón

El atropello del Passeig Sagrera evidencia la falta de seguridad para los viandantes de Ciutat: «Hay muy pocos puntos donde estemos seguros»

Dos ciudadanos, esta semana, frente al lugar del atropello en el Passeig Sagrera. GUILLEM BOSCH

El atropello de tres ciudadanos extranjeros por parte de un vehículo de la Policía Local ha vuelto a poner el foco en la falta de seguridad que ofrece Palma a los peatones. Basta con repasar la hemeroteca para ver que se trata de un patrón que se repite: en lo que llevamos de año ha habido más de diez casos similares, algunos de ellos con consecuencias fatídicas.

Los vecinos de Ciutat llevan tiempo reclamando que se invierta en la seguridad de los peatones y se deje de priorizar al coche. La portavoz de la Associació Vianants Mallorca y coordinadora de las asociaciones peatonales Andando, Sonia Jichi, explica que existe una gran peligrosidad de atropello por dos razones. La primera sucede cuando se trata de «autopistas urbanas» con más de un carril por sentido, anchos y una mediada en medio: «Si tienen divisibilidad y son rectas, el conductor va confiado y puede alcanzar velocidades muy superiores a las reglamentarias. En esos casos, como en Paseo Marítimo, Paseo Mallorca y los ejes principales de entrada a Palma como Gènova o Son Rapinya».

Según detalla, en estas calles no hay demasiados pasos de peatones ni semáforos y, por tanto, los conductores creen que no hay peligro de que alguien cruce. Pero cuando se pierde el control del vehículo ocurren desgracias como la del Passeig Sagrera.

Recuerda que hace unos años ya pasó con unos turistas a la altura del Auditorium de Palma. También suele ocurrir en la avenida Salvador Dalí o las Avenidas porque «están hechas para los coches porque tienen un espacio definido y cómodo, y por eso corren».

También expresa que existe peligro en carreteras como la de Establiments o Gènova, donde la existencia de aceras es nula, y son de doble sentido y rectas: «Pese a que en algunos puntos se ha limitado a 30 la velocidad, sigue siendo muy peligroso para el peatón. Incluso hay tramos que tienen 0 por ciento de espacio dedicado al peatón».

La calle Aragón sería otro ejemplo claro. Pese a que la velocidad máxima es de 50 kilómetros por hora, Jichi considera que debería ser menos: «Allí los pasos de peatones están casi a 400 metros de distancia cada uno, y existe el problema de que la gente no puede cruzar. Incluso en muchos puntos las aceras no tienen la anchura ni para una persona. La legislación establece una distancia mínima de 1,80 metros, y en muchos puntos no se cumple».

Confiesa que actualmente no es que Palma sea peligrosa para los peatones en muchos puntos, sino que «hay muy pocos lugares donde los peatones estemos seguros»: «Al problema de los coches hay que añadir el peligro de los patinetes eléctricos, que muchos circulan por encima de la acera. En Palma solo hay un 4% peatonalizado, y muchas veces está ocupado por vehículos. Por eso no hay seguridad». En este sentido, reivindica un reparto justo del espacio porque «no puede ser» que se dedique un 70-80 por ciento del espacio al coche y la moto, y el resto para todo lo demás.

«Tenemos la sensación de que se hace todo muy poco a poco y buscando consensos donde no los debería haber, porque la prioridad debería ser el peatón sin discusión ni negociación con nadie. La ley establece que debemos vivir en un espacio público seguro y saludable, y no se está cumpliendo», añade.

En esta línea, insiste en que «no hay nada que negociar» con terrazas, automóviles o ciclistas porque al peatón «se le tiene que dar lo que le toca», por lo que exige que los políticos sean más valientes y contundentes. 

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