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OPINIÓN

Duerma usted mañana

Santa Catalina Guillem Bosch

Se nota que el alcalde de Palma duerme bien. Hay que estar muy en forma, muy descansado y pletórico de energías para contestar como ha contestado José Hila a los vecinos de Santa Catalina. Los que sufren que su barrio se haya convertido en un chic botellón. Los que se encuentran mierdas y pis de humanos en sus portales cuando salen para ir al tajo sin haber pegado ojo. Los que no pueden aparcar ni transitar por las aceras ocupadas por muchedumbres y mobiliario de particulares, y reciben amenazas anónimas. Los que van a vender a la baja sus hogares para escapar de una decadencia que llena los bolsillos de unos pocos. Los que pueden grabar desde la ventana del cuarto de los niños o desde el salón a una pareja echando un polvo a las nueve y media de la noche en plena calle. Y colgar el vídeo en las redes sociales para que, lejos de escandalizarse y sentirse fracasados, nuestros próceres se encojan de hombros y se reafirmen en que somos una ciudad de servicios. «Volver a la vida tiene estas cosas», comentó el primer edil al respecto. Solo el sueño profundo y reparador te proporciona la majeza necesaria para ventilarte con semejante desparpajo un problema gravísimo de todo un barrio, un asunto de salud pública y de falta de respeto de las leyes y las ordenanzas municipales. Hay quien vuelve a la vida sin conculcar los derechos de los demás y hay quien practica la política de tierra quemada en el parque temático aprovechando que la autoridad pública ni está, ni se le espera. Ya ocurrió en sa Llotja, donde la batalla contra el incivismo no la han ganado los residentes ni la ha dado jamás el Ayuntamiento.

Efectivamente, Hila no pernocta en Santa Catalina sino en algún lugar silencioso y tranquilo y pronto lo hará incluso con las ventanas abiertas para que entre la brisa. Por eso, rebosante de vitalidad, se encoge de hombros y pide a los ojerosos ciudadanos del barrio de moda un poco de paciencia para que el refuerzo policial veraniego obtenga improbables resultados. Duerma usted mañana, que predijo Mariano José de Larra en su sátira de hace dos siglos contra la burocracia, porque «milagros no podemos hacer», en palabras textuales del alcalde de la capital balear. No se le piden prodigios, sino que vigile que los horarios se respeten y las normas se cumplan, que ordene que haya alguien al teléfono para recoger las denuncias de los palmesanos que pagan sus impuestos. Que haga su trabajo, él, que ha podido dormir bien.

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