La madre de las raperas españolas, reivindicada por las nuevas generaciones y consagrada como artista internacional y como una de las voces más disidentes de la música urbana de este país. María, conocida como La Mala Rodríguez, se subió ayer al escenario y conquistó a cientos de jóvenes —y no tan jóvenes— que acudieron a la llamada de la cantante.

El concierto arrancó con ‘Gitana’ uno de sus temas más sonados, que los asistentes cantaron a todo pulmón: «No me acostumbro al color del cielo, pero lo prefiero al suelo, canto sincero», entonó la jerezana al tiempo que el público coreaba la letra con ella. Con la segunda canción, La Mala regresó a sus primeros álbumes: ‘La niña’, que cuenta a ritmo de rap la historia de una menor traficante de drogas.

Cientos de fans acudieron a la llamada de la cantante y llenaron la plaza Joan Carles I. | GUILLEM BOSCH Irene R. Aguado

Los espectadores, completamente entregados, le lanzaron palabras de afecto y la cantante respondió. Con ayuda de varios técnicos, se bajó del escenario y se acercó a los asistentes que estaban en la primera fila. Sus fans, enloquecidos por la cercanía de la artista, pudieron hacerse fotos y cantar junto al micrófono con ella. Algunos, invitados por la propia rapera, pudieron subirse al escenario para mover el esqueleto con los bailarines. Una interacción con el público habitual en los conciertos de La Mala.

Desatada, enérgica y arrebatadora, la cantante se desenvolvió en el evento como pez en el agua, con una combinación de estilos entre el rap, el hip hop, el reguetón y el trap que no deja de ser sorprendente.

Así, La Mala Rodríguez y los artistas Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, que sucedieron a la andaluza, arrasaron en la plaza Joan Carles I en la cuarta cita de los conciertos de Sant Sebastià organizados por Cort y aplazados a esta primavera por la covid.