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Memoria histórica de s'Arenal: Antes del turismo, trabajo en las canteras y represión franquista

El investigador Dídac Martorell descubre en una ruta los rincones y personajes protagonistas de esta localidad costera desde principios del siglo XX hasta los años cincuenta

Dídac Martorell (segundo por la izquierda), este sábado, en la plaza Blai Bonet de s’Arenal, donde arrancó una ruta guiada para 30 personas. Guillem Bosch

«S’Arenal es anterior al turismo, tiene una historia propia antes de que desembarcaran en masa a la conquista de las playas los extranjeros», defiende el investigador Dídac Martorell. Esta localidad, con una frontera que separa a palmesanos de llucmajorers, vivió la represión del bando nacional y también fue un punto de tensiones entre la clase trabajadora y los burgueses. Dos elementos clave de su historia que este sábado afloraron durante la ruta que realizó por sus calles Martorell para un grupo de treinta personas, una iniciativa que se enmarca en un programa de itinerarios por los barrios de Palma que impulsa el Ayuntamiento.

El punto de partida es la plaza de s’Ambulatori (su nombre oficial es Blai Bonet), que está junto a la carretera Militar. «Estamos en la parte de s’Arenal que es de Palma. Esta zona viene de la parcelación de Son Sunyer en 1905», comenta el experto. «Una parte de esta finca con dicha parcelación fue el pinar, 600 quartarades que recayeron en un único propietario, Joan Catany Salvà, quien quebró. Este terreno se lo quedó finalmente el Banco de Fomento Agrícola, Industrial y Comercial de Llucmajor», detalla. La entidad bancaria terminó fragmentando el pinar para venderlo en fincas más pequeñas. «Fue así como surgió s’Arenal de Palma». 

La siguiente parada de la excursión son ses Escoles. «Es el único edificio que se hizo en esta zona, porque esto era foravila, aquí no había casas», asegura Martorell. «En el año 31 se redactó el plan general de construcciones escolares y esta escuela estaba prevista. De hecho, fue la primera que se inauguró. Fue en el año 33», puntualiza. Se levantó sobre una parcela que donó Josep Aguiló. En este punto, Martorell, quien hace una lectura de este barrio desde la memoria histórica, recuerda que durante una época ses Escoles se utilizaron durante los veranos como albergue del Frente de Juventudes, la organización infantil y juvenil de la Falange Española

Inauguración de Ses Escoles. Arxiu Maribel Servera

Otro vestigio del franquismo se encuentra en la plaza de la calle del Quarter. «Aquí estaba el cuartel de carabineros, cuya misión era la vigilancia de costas y, por ende, del contrabando, un cuerpo de policía que fue fiel a la República pero no en todas partes, aquí se pusieron de parte de los sublevados muy deprisa», explica el investigador. Entre el anecdotario oral, Martorell relata que le contaron que una madre que no podía dar de comer a sus hijos «porque encarcelaron al padre por socialista» mandó a sus hijos a que le pidieran comida al sargento de estas fuerzas de seguridad, Felipe Hernández, quien a su vez los envió a los militares. "Donde ses Escoles había un grupo de soldados acampados. Iban a comer al aljub de la calle Sant Cristòfol. Estos chicos les preguntaron si sobraba algo de arroz después de haber comido ellos, y sí les dieron», narra. «También cuentan que un día Hernández salió a la calle cuando empezaron a sonar las sirenas y se escucharon los aviones republicanos. Pegó varios tiros al cielo vociferando rojillos».

Carabineros de s'Arenal. Cels Calviño.

El nombre de las calles cambió

El grupo que atiende al investigador pone rumbo a la plaza dels Nins, «es la parte antigua de s’Arenal palmesano». Aquí, en época de Primo de Rivera, las calles fueron bautizadas con los nombres de las guerras púnicas. «En el año 37 se cambiaron por Plaza del Generalísimo, Berlín, Milán, Lisboa». ¿Cuál sería el motivo? «Donde está ahora el hotel Copacabana se levantó antes el chalé estival de Mateu Zaforteza Musoles, el alcalde de Palma entre 1936 y 1939», argumenta Martorell.

«El Forn de Can Damià era un colmado, Can Restes. En la plaza Nins también hubo un cine. Lo que ahora es el bar Sol antes vivían unos mureros. S’Arenal siempre ha sido tierra de migraciones. Aparte de veraneantes, los residentes eran personas de Llucmajor, también mureros y de otros municipios que venían a trabajar en las canteras. S’Arenal, como el Coll d’en Rabassa, fue fundado por trencadors de marès», cuenta. «Cuando se agotaron las del Coll pusieron rumbo a las de Son Sunyer», agrega. Gran parte de la población de s’Arenal, sobre todo en ses Cadenes, era socialista porque eran obreros de esas canteras. Éstos se manifestaron en el año 36.

En el emplazamiento que actualmente ocupa el bar Sol surge otra anécdota relacionada con el miedo y la represión. «Margalida Mateu me contó -explica el investigador- que su madre siempre relataba que tenía un cuadro de una balanza, que es la alegoría de la República, y que lo acabó enterrando en el corral».

Las dos últimas paradas de la ruta en el territorio palmesano de s’Arenal son Ca ses Catalanes, la zona de chalés de Bellavista, donde veraneaban los adinerados, y el conocido puente del Torrent des Jueus, «que hace de frontera entre la zona de Palma y la de Llucmajor». «Hubo disputas sobre esta partición. Al principio hubo un debate más democrático sobre la misma, pero en el año 54 se cambiaron los hitos con una simple solución técnica», advierte el experto. 

Construcción del puente del Torrent des Jueus. Bartomeu Font Obrador

La iglesia de la Mare de Déu de la Mamella, ya en la zona de Llucmajor, se construyó en 1896. «El campanario original ya no está porque en los años 20 hubo una tormenta eléctrica y se tuvo que construir uno nuevo en la otra cara del templo», cuenta el responsable de la ruta. «En el año 26 se aprobó en un acuerdo municipal que todas las casas de s’Arenal de Llucmajor se tenían que construir con una terraza delante», señala. 

En la plaza de l’Estació, donde ahora está el BlueSea Arenal Tower, que fue hotel covid, se levantaba Ca sa Petrera (también hubo migración de población de Petra en s’Arenal). «A esta mujer de Petra, Isabel Torrens, la encarcelaron durante la guerra por haber hecho, supuestamente, un comentario contra los sublevados. A otra mujer, Catalina Garcias Garau, Grina, la metieron en la cárcel por lo mismo». 

Presas en Can Sales. La segunda por la izquierda sentada es Catalina Garcias. Arxiu Maribel Servera.

Saliendo de la plaza, se llega a la que fue la primera panadería de la localidad. «Cuando se instalaron las monjas en 1923, el horno se cambió de lugar», refiere Martorell. Lo que es ahora Ciclos Quintana fue la antigua panadería. «La Óptica Balear que hay enfrente era Ca sa Poblera, uno de los primeros bares que hubo en la zona», señala. «El hijo de sa Poblera era Manuel Soler Montaner, que llegó a convertirse en el jefe de la Falange de s’Arenal y convirtió Ca sa Poblera en el cuartel de la Falange, el centro neurálgico de la represión y donde se torturaba a la gente para que hablara y delatara a personas contrarias al régimen», apunta el investigador. 

Falangistas y carlistas en Ca sa Poblera. Pere Canals.

En el décimo punto del mapa que el experto ha marcado para esta ruta de dos horas se detiene para verbalizar dos reivindicaciones. «Debo decir que desde 2017, el Ayuntamiento de Palma ha ido prometiendo la reforma de la plaza dels Nins, una rehabilitación que no se ha ejecutado. Ahora estamos en otra plaza, la de Reina Maria Cristina, que está toda levantada y que también debía ser restaurada pero que por un conflicto entre la constructora y el consistorio de Llucmajor está inacabada», lamenta. «Son las dos plazas principales de s’Arenal y están en mal estado de conservación», subraya. «Aquí estaba Can Pep Martí, un colmado donde el producto provenía de La Nueva Vida, una cooperativa socialista de consumo de Llucmajor. No fueron represaliados porque no se significaron, pero eran socialistas», asegura el experto. «Me contaron que la mujer de Can Pep Martí, Margalida Vidal, durante todo el franquismo salió al balcón cada primero de mayo. Y cantaba en silencio y muy flojo La Internacional». 

En esta plaza también vivía un personaje muy peculiar, Margarita Leclerc, «que en realidad era un hombre, José Ruiz, que dio vida a este personaje porque creía en la construcción de un nuevo mundo a partir de las mujeres. Era un anarcofeminista. En s’Arenal escribió La mujer. ¿Es superior al hombre?». 

La ruta se cierra con una historia paradigmática que se repitió durante la dictadura. «Esto fue Ca na Grina, un café y una fonda. Aquí también estuvo Can Nofre. Y Can Caragol, el café de los comunistas, y el café de derechas Cas Baster. Mataron a Biel de Ca na Grina (Gabriel Servera) y a Nofre Arbona. La teoría es que tanto Ca na Grina como Can Nofre eran la competencia de Ca sa Poblera. Y éstos se quitaron de encima a sus competidores usando la represión. Fue habitual en la isla: la gente de derechas aprovechó la guerra para deshacerse de su competencia acusándola de ideologías contrarias al régimen», concluye Martorell. 

Gabriel Servera, Biel de Ca na Grina, a la derecha. Arxiu Maribel Servera.

Ca sa Poblera, el cuartel de la Falange donde torturaban con aceite de ricino

El espacio que ahora ocupa la Óptica Balear de s’Arenal de Llucmajor fue Ca sa Poblera, la casa de una familia que migró de sa Pobla a esta localidad costera. Fue una taberna y también una estafeta de correos. El hijo de sa Poblera, Manuel Soler Montaner, consiguió ser jefe de la Falange en la zona y convirtió el inmueble en el cuartel general de esta formación, que aplicó duramente la represión. «Allí hacían beber aceite de ricino a la gente para que hablara y delatara a otros. Si te llamaban para hablar contigo, era el sitio al que acudías», explica Dídac Martorell. 

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