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Pensar, compartir... | Todo por los barrios, pero sin los barrios

Año 2006. Campañas ciudadanas piden cambio de actitud a Cort.

Deslumbrar parece ser el principal objetivo de las iniciativas de distintas administraciones que afectan al municipio de Palma. Han sido muchas las mañanas en que, quienes aún leemos periódicos, nos hemos despertado con algún anuncio que claramente buscaba epatar. Sacar una idea que nadie se la espera puede ser estupendo o nefasto; el riesgo tiene su atractivo, pero solo para los jugadores. Eso de buscar la sorpresa, lo inesperado, es algo que se utiliza mucho en técnicas de venta, que al fin y al cabo algo tiene que ver con la política actual. Quieren vender gestión, productos, ideología. Es igual si detrás hay un enorme vacío o adversidades, lo importante es vender. Siguiendo con la comparación, lo que quieren las empresas es ganar dinero, algunos políticos desean posteridad y demasiadas veces demostrar quien manda. Hay tanta diferencia entre sus discursos sobre participación, consenso y capacidad de escuchar y la realidad, que, a veces, asusta.

Veamos algunos ejemplos. De un día para otro nos enteramos de que querían poner un tranvía hasta Son Espases, que dicho así suena estupendo. Pero al estudiar los pormenores, las dudas asaltan hasta el punto de desear aquello de «Virgencita, virgencita que me quede como estoy». No me consta que antes de presentar el proyecto a exposición pública hubieran consultado con ninguna de las asociaciones vecinales y entidades ciudadanas, que deberían haber podido opinar en la génesis y no en los remiendos.

Cuando Cort anunció el superparque de aventuras en el bosque de Bellver, se encendieron las alarmas de muchas personas comprometidas con nuestra ciudad. Pero ya estaba todo decidido. Se hace raro condensar tantas atracciones en un lugar sensible desde el punto de vista ecológico y patrimonial. ¿No existía un lugar más apropiado en la ciudad? Creo que sí, pero había que pasmar sin consultar antes a la ciudadanía organizada.

El famoso plan de Palma Camina se inventó sin consultar previamente, que yo sepa, a nadie. Una vez presentado a la prensa, empezaron las reuniones para explicar lo ya decidido y eso es una grave equivocación. Los planes para mejorar la calidad de vida en la ciudad salen bien si previamente se consensúan al máximo, si no, son un despropósito y se avanza poco.

El Plan General de Puertos pretende hormigonar más costa para facilitar el negocio marítimo tanto en Cala Gamba como en Can Pastilla (pretende muchas más cosas, pero aquí nos ceñimos a Palma). No se habían molestado en hablar con quienes luchan por sus barrios y una ciudad en la que prime el interés general. Ahora dicen que «Donde dije digo, digo Diego», pero no nos lo creemos mucho.

Por poner un último caso en el que se demuestra una manera de hacer que resumo en el eslogan «Todo por los barrios, pero sin los barrios», desde Cort se ha propiciado la transformación de la puerta de la fábrica de maderas CIMSA del año 1920. Es un símbolo del pasado industrial de un barrio y de la exitosa lucha ciudadana por un parque, el de Ses Veles. Cort eligió ese elemento singular para que se pintara un mural sobre él, como si de un lienzo se tratara. No tuvo en cuenta, ya sea por ignorancia o por desprecio, que esa puerta se conservó para proteger la memoria de la historia de la zona. Y por supuesto que no estaba catalogada, igual que no está catalogado la mitad del patrimonio de la ciudad.

Es especialmente triste la poca oportunidad con que actúan. Porque era una buena iniciativa la de la UIB al proponer el reconocimiento a mujeres reivindicativas de todo el mundo a lo largo de la historia, y que la artista que lo plasmara fuera también una mujer. Cort ha conseguido que algo que debía ser positivo se haya transformado en fuente de conflicto. Todo por no consultar, por no dialogar y por no conocer.

Creo que falta mucha humildad en la manera de hacer política que afecta a nuestra ciudad. Y tampoco se ve voluntad de diálogo y de rectificación en los casos citados y en muchos otros. La decepción sube como la espuma y eso no es bueno para nadie. La solución está en manos de quienes gobiernan. Deben abandonar esa emulación del despotismo ilustrado y reconocer errores. En la foto que acompaña este artículo, del año 2006, se ve como representantes de distintas plataformas ciudadanas nos plantamos en un Pleno de Cort con un mensaje subversivo: «¡Paren. Déjense ayudar!» Eran otros gobernantes pero deberían, ahora, tomar nota del mismo consejo, porque el hartazgo está a similares niveles que entonces.

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