Antes de que existieran los móviles, los que ya tenemos una edad, necesitábamos un lugar de referencia para quedar con los amigos. El mío (y supongo que el de muchos palmesanos más) era el termómetro de la plaza España. Pero no fue hasta mucho después que me fijé en dos cosas: primero, que en realidad es un barómetro y segundo, lo realmente bonito que es. Y como la mayoría de elementos arquitectónicos singulares de Palma, lo diseñó Gaspar Bennazar. La de maravillas que tenemos cerca y no vemos precisamente por eso, por tenerlas cerca.