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Contenedores delante de un supermercado en Platja de Palma: «Esta situación es insoportable»

Vanesa Cerdán reclama desde hace años al Ayuntamiento que desplace los contenedores de basura de delante de su supermercado, debido a la suciedad y mal olor que originan, aunque siempre ha recibido una negativa por respuesta

Vanesa Cerdán posa ante la hilera de contenedores ubicados justo delante de su supermercado en Platja de Palma. Guillem Bosch

Cuando Vanesa Cerdán decidió abrir un supermercado en la calle Caravel·la, en segunda línea de Platja de Palma, solicitó todos los permisos al Ayuntamiento y desde un primer momento pidió que se trasladaran los contenedores de basura a otro lugar, ya que quedaban justo enfrente de su nuevo local y el suyo iba a ser un establecimiento de alimentación. A finales de 2018 comenzó las obras y en marzo de 2020 inauguró este negocio, justo antes de que la pandemia de covid lo paralizara todo. Y los contenedores de basura seguían allí. Y siguen. «Es insoportable», asegura.

Delante de su fachada, en hilera, tiene contenedores de todas las fracciones. «Es totalmente insalubre, es horrible… El contenedor del vidrio es peor que el de la basura», se queja esta joven, que ha reclamado una solución ante los departamentos de Sanidad del Ayuntamiento, a Emaya y a la propia Defensora de la Ciudadanía, ya que la suciedad y la pestilencia no le molestan solo a ella. «Los clientes también se quejan», añade.

Negativa de Cort

La respuesta municipal, que tardó un año y medio en llegar, es que estos contenedores no se pueden mover de su puerta por cuestiones de movilidad y para facilitar el trabajo del camión de Emaya, ya que esa es la mejor ubicación en la calle. Tampoco la Defensora ha conseguido que sean desplazados. «La gente no sabe lo que es vivir con esto. Por las mañanas, cuando llego para abrir, me encuentro la basura por el suelo, restos de comida, almejas, cabezas de gamba, mejillones… Son los únicos contenedores de toda la calle y todos tiran la basura aquí, los restaurantes, los turistas, los hoteles…», relata Cerdán, quien asegura que en una temporada turística normal, sin pandemia, la situación llegaría a ser peor.

Lo que no entiende esta joven es cómo le concedieron la licencia para abrir un supermercado en el que iba a haber productos de alimentación justo enfrente de los contenedores de basura y que nadie le advirtiera de que no se podrían mover. De saberlo, se hubiera replanteado su idea. «Ha sido un batacazo», afirma de su experiencia.

Como solución ha barajado la opción de pedir un vado de aparcamiento o un carga y descarga, pero está convencida que «es perder el tiempo» ante la respuesta municipal que ha recibido ante todas sus reclamaciones y más cuando le han asegurado que por cuestiones de movilidad los contenedores no se pueden desplazar.

Bolsas de basura y otros residuos dejados en la calle. V.C.F.

Vanesa comenta que los camiones de recogida pasan varias veces y limpian, pero sigue habiendo basura y suciedad todo el día, además de conductas incívicas de turistas que aprovechan el espacio entre contenedores para orinar y a quienes ella no se atreve a reprender por temor a cuál será su reacción. «Me tengo que callar y quedarme dentro, porque si salgo a enfrentarme a cuatro o cinco chavales todos los días, porque no hay día en que no vengan y es en la misma puerta... Imagínate aguantar eso todos los días», se queja.

En imágenes que ella ha facilitado a este diario se puede observar cómo a pleno día hay bolsas de basura sobre la calzada, tablones de madera tirados, cajas de cartón sin reciclar... «Cuando ves todo esto en la puerta de un super, es que es de vergüenza», se lamenta Cerdán.

No solo los contenedores le suponen un problema. Cerdán dice haber llamado más de veinte veces al Ayuntamiento desde junio del pasado año para alertar del mal estado de la acera de su calle. «Tampoco hacen ni caso, hasta que un día alguien se haga daño de verdad, porque todos los días veo a alguien caer o tropezar... Está el suelo con socavones y desniveles y se les engancha la chancleta o la zapatilla y es cuando tropiezan», cuenta la propietaria del supermercado.

Resto de orín entre los contenedores. V.C.F.

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