La celebración ayer del Corpus siguió el ritual de la pandemia, por lo que tanto la Lledània como la Custodia estuvieron confinadas en la Catedral y los feligreses no pudieron procesionar tras ellas. Lo mismo ocurrió el año pasado, cuando Mallorca se encontraba en la fase 3 de la desescalada. En ambos casos la comitiva religiosa presidida por el obispo, Sebastià Taltavull, fue la única que rodeó el templo palmesano mientras los fieles les observaban desde sus asientos, ocupados al 50%.

La florida cruz de mayo, con 1.200 pétalos de colores, cerca de 70 kilos de peso y dos metros de diámetro, permaneció en el altar y tampoco salieron en procesión el tintináculo ni el conopeo. La única pieza de la liturgia que lo hizo fue la Custodia del cuerpo de Cristo, llevada a hombros por la cofradía Penitentes de Santiago, que este año ha cumplido su 75 aniversario.

La celebración del Corpus se dedicó este año a la caridad y de ello trató la homilía de Taltavull en la eucaristía previa a la procesión. El prelado habló de «estructuras injustas de nuestra sociedad» contrapuestas a la «generosidad a través de aportaciones personales de forma anónima», como está ocurriendo en la organización Càritas Mallorca, según destacó. La entidad religiosa que depende del Obispado ha experimentado un incremento de la solidaridad durante estos tiempos de covid y esta responde a los necesitados «desde la proximidad» y dando «soluciones cada día» a los problemas reales de la gente, porque a diario hay cientos de familias que lo piden, recordó.