La pandemia generada por la propagación de la covid-19 ha provocado un cambio en la forma de actuar de las personas que se prostituyen ya sea como actividad permanente o de forma temporal. Según la concejala Sonia Vivas, durante la pandemia prácticamente desaparecieron de las calles de la ciudad las personas que se dedican a esta actividad y las de los clubs de alterne, para «refugiarse» en los pisos particulares. De todas formas desde haca años la prostitución callejera es un fenómeno cada vez más residual y estacional ya que en los últimos años se calcula que en Palma solo un 1% de las personas que se dedican a esta actividad captan sus clientes en la calle.

Se calcula que en Palma existen más de 2.000 personas que se prostituyen, aunque esta cifra en realidad probablemente es mucho mayor si se tiene en cuenta que solo incluye a las personas que han sido atendidas por el Casal Petit, Metges del Món o la Cruz Roja. La forma de captación de los clientes también ha cambiado con la pandemia ya que los contactos se realizan mayoritariamente por vía telemática e incluso han surgido aplicaciones móviles para localizar personas que se prostituyen. 

En el caso de las mujeres trans que se prostituyen sufren una doble discriminación porque a menudo son agredidas, repudiadas y perseguidas.