En junio de 2019, el Govern publicó el censo de símbolos franquistas en Balears, 95 en total y 25 de ellos en Palma. En ese listado no están todos los que los historiadores propusieron, como muchísimas calles con connotaciones fascistas que pasan desapercibidas. Hay simbología enorme, como el monumento al crucero Baleares que sigue en pie en sa Feixina... En este año y medio, desde la publicación del listado, ni el Ayuntamiento ni el Govern han retirado ni uno solo de estos elementos considerados antidemocráticos, que persisten en la calle, a la vista de todos...

Las calles Almirall Cervera, Almirall Churruca y Almirall Gravina recuerdan a barcos de la armada franquista, igual que el Passatge Castillo de Olite, vigentes en la toponimia de Ciutat. También las calles en honor a los obispos Miralles y Planas, el primero, «condescendiente con la represión» y el segundo, colaborador con la Falange y el Movimiento Nacional, redactor de informes desfavorables sobre otros ciudadanos y enterrado en la Seu, en la capilla reformada por Miquel Barceló, son parte del censo de elementos franquistas.

Pero hay muchísimos más en el listado oficial, que se actualizará este mes de marzo. Las calles Belchite, Alframbra, Brunete y Toledo rememoran diferentes batallas de la Guerra Civil. El relieve al periodista Gafim, placas en edificios construidos por el antiguo Instituto de la Vivienda... «Palma está repleta de esta simbología menor», comenta Marçal Isern, historiador y redactor del censo oficial.

Cuando se habla del monumento en sa Feixina, el «innombrable» para Isern, el historiador considera que hoy día «es el gran símbolo de la incompetencia política y administrativa» y aboga por colocar en él una placa con los nombres de quienes han permitido que este obelisco siga en pie.

Al respecto, Llorenç Carrió, regidor de Memoria Histórica en Palma, se pronuncia: «El único espacio donde el Ayuntamiento tenía todo el derecho a actuar, que era sa Feixina, nos lo han judicializado y no nos dejan actuar». El litigio que enfrenta al Consistorio con ARCA y la asociación de Veïns i Amics de Santa Catalina, que defienden la protección de este obelisco, se remonta a varios años.

Sobre elementos que están en propiedades privadas, Carrió asegura que Cort se encuentra con «una delgada línea roja» que le impide actuar. Es el caso, enumera, del relieve de Gafim en la plaza Major, o el reconocimiento al padre Atanasio de Palafrugell, sacerdote de la antigua prisión de Can Mir, llamado ‘Satanasio’ por los presos, y cuyo relieve se conserva en la fachada del convento de los Caputxins. Otros elementos que son propiedad de estados, como los mausoleos dedicados a los fascistas italianos y a los caídos del Ejército del Aire, en el cementerio de Palma, «están en el limbo» y no les afecta la Ley de Memoria y reconocimientos democráticos de Balears, según Carrió.

Esa misma ley considera una infracción grave que se exhiban símbolos, placas o mantener los nombres de calles conmemorativos del franquismo. Sobre este último punto, Carrió asegura que se está trabajando para cambiar el nombre de todas las calles que aparecen en el censo, incluida la avenida dedicada al banquero, y financiador del régimen, Joan March, pero se avanza lentamente. Aun así, el regidor considera que Palma ha sido «ejemplar» eliminando esta toponimia, mucho más extensa en los años 70 y 80.

Sin embargo, las calles Via Roma, Portugal y Alemanya siguen en el callejero de Palma, después de que un informe de la comisión técnica de Memoria Democrática afirmase que ya no tenían connotación fascista, algo con lo que Carrió no está de acuerdo.

También siguen en pleno centro las estatuas de romanos en la Rambla, colocadas para agradecer a las tropas fascistas italianas su colaboración en la Guerra Civil. Lo curioso de este caso, que no figura en el censo de elementos franquistas, es que ni siquiera tienen valor patrimonial, ya que son copias de otras estatuas que pertenecieron al cardenal Despuig y que fueron sustituidas por réplicas para evitar su degradación, recuerda Isern. «No tiene ningún sentido que en una capital de una comunidad autónoma de una democracia plena exista una Vía Roma ni elementos como estos», critica el historiador. Él también incluiría en el censo cualquier homenaje al escritor Llorenç Villalonga, quien declaró haber «amado mucho a la Falange», y las calles en recuerdo a altos cargos del régimen franquista.

Aunque la ley autonómica autoriza al Govern a actuar de oficio cuando esos símbolos no se hayan retirado, de momento, se está dando «un voto de confianza» a los ayuntamientos que tienen intención de eliminarlos, como es el caso del de Palma, el de Bunyola o el de Inca, menciona Jesús Jurado, secretario autonómico de Memoria Democrática.

En cuanto a los símbolos en propiedades privadas, Jurado comenta que están «solicitando a los ayuntamientos los contactos de las comunidades de vecinos para pedirles que los retiren».

Cuando se actualice el censo de simbología franquista en Palma, se ampliará con nuevos elementos, aunque no se habrá suprimido ninguno de los que ya había, admite el secretario de Memoria Democrática. Sobre el nuevo listado, Jesús Jurado quiere remarcar la colaboración de ciudadanos anónimos que les han enviado información sobre símbolos no censados hasta ahora.