El cierre de bares y restaurantes decretado por el Govern otras dos semanas tiene consecuencias imprevisibles. Entre ellas, que los empleados de empresas públicas como los de Emaya, que trabajan habitualmente en la calle y lejos de las sedes respectivas de sus empresas, se hayan quedado sin baños a los que acudir cuando tengan una necesidad. Hasta ahora esta carencia se ha suplido con la utilización de los váteres de los bares y restaurantes abiertos en la zona en la que trabajan habitualmente pero, con el cierre de estos establecimientos, la empresa municipal ha tenido que instalar trece baños portátiles, que denomina covid-19 en otros tantos puntos de la ciudad. Uno de ellos (el de la fotografía) se ha colocado en la plaza Berenguer de Palou, conocida como plaza dels Patins, mientras que los restantes están en la plaza Sant Francesc Xavier, en la esquina entre Manuel Azaña y Foners, en la plaza Fleming, la de Son Pont, Son Quint, Miquel Codolà, Nostra Senyora del Roser, en la calle Mimosa, en la esquina de Sant Joan de la Creu y Blatera, en la avenida de Son Rigo, la plaza Bisbe Planas y en la Porta de Sant Antoni.
Contraste con la EMT
La reacción de Emaya ha sido relativamente rápida para cubrir la necesidad de que sus empleados dispongan de aseos en la calle, algo que contrasta con la lentitud de la EMT en atender las peticiones de sus chóferes para disponer de servicios en las cabeceras de línea y no tener que depender de los bares abiertos.
El galimatías de la propiedad del Casal de barri de Son Sardina
Seguir el hilo de la propiedad del casal de Barri de Son Sardina es una tarea árdua. Era de sa Nostra, pasó a un fondo buitre, después a Bankia y ahora no se sabe muy bien de quién es. Eso sí, según el alcalde, José Hila, el Casal de Barri no peligra y seguirá abierto.
