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Miquel Caldentey, mayordomo de Cort: «Pese a la informatización seguimos moviendo mucho papeleo»

«Comencé a trabajar como botones en sustitución de una persona que se fue a la mili»

Miquel Caldentey en la escalera de Cort.

Desde su puesto de Mayordomo, Miquel Caldentey ha sido un testigo privilegiado de la actividad municipal y de lo que se ha cocido entre bambalinas a lo largo de los 48 años de servicio al Ayuntamiento. El pasado miércoles, día 16 de diciembre, a los 63 años, colgó el uniforme y se jubiló.

¿Cuándo comenzó a trabajar en el Ayuntamiento?

Empecé el día 2 de noviembre de 1972, el Día de los Difuntos. Tenía quince años de edad.

¿Qué trabajo desempeñaba?

Entré a trabajar como botones. En aquel momento la designación de los puestos de trabajo era distinta. Estaban los botones, los porteros y el conserje, que venía a ser el mayordomo actual. Con la funcionarización, las denominaciones de los puestos de trabajo cambiaron y pasaron a ser subalternos, ordenanzas, submayordomos y mayordomo.

¿Quién ocupaba el cargo de conserje cuando comenzó a trabajar?

Constandino Davia. Yo entré de botones de rebote porque un familiar mío trabajaba como portero y necesitaban a una persona para cubrir la vacante que dejaba que se producía porque uno de ellos se iba a cumplir el servicio militar. Y desde entonces, hace 48 años y 51 días que estoy aquí.

¿Cómo era el trabajo de botones?

Llevábamos papeleo interno entre departamentos, íbamos a Correos a recoger la correspondencia, repartíamos sobres y paquetes entre administraciones. En resumen, movíamos papeles, carpetas y sobres. No había ordenadores, por lo que cualquier información se hacía a mano. Tampoco teníamos furgonetas, vehículos ni ningún medio de transporte, por lo que todo se hacía a pie.

¿Cuántos kilómetros podía hacer en un día?

Ni idea, pero actualmente solo dentro del Ayuntamiento camino cinco o seis kilómetros diarios. Siendo botones, además de los que hacías dentro del edificio, hay que sumar todos los que recorría en la calle. Piense que me tenía que desplazar al Gobierno Civil, Audiencia, juzgados, Seguridad Social... Hacíamos muchos pasos y muchos kilómetros.

¿En qué consiste su trabajo actual de Mayordomo?

En controlar, dirigir y organizar los servicios de subalternos dentro de la Casa Consistorial, y el trabajo de los servicios de mantenimiento, como el de los ayudantes y oficiales de oficios, además de controlar los servicios de limpieza, aunque éste lo realiza una empresa externa.

¿Cómo llegó a ocupar la plaza de Mayordomo?

Tuve la suerte de que cuando la persona que sustituía como botones finalizó el servicio militar, otros dos botones tenían que hacerlo, por lo que me renovaron el contrato y continué trabajando hasta que yo tuve que hacer la mili, por lo que me presenté a las oposiciones para ocupar la plaza en propiedad y no perderla durante el servicio, quedando como ordenanza fijo. Ocupé este puesto de trabajo hasta el año 1990 cuando me presenté a submayordomo, y después, por oposición, en 1991, pasé a ser Mayordomo.

¿Quién era su antecesor?

Antoni Oliver

¿A cuántos alcaldes ha conocido desde que trabaja en el Ayuntamiento?

Empecé a trabajar con los alcaldes del Movimiento Don Rafael de la Rosa Vázquez y Don Paulino Buchens. Después, con la Democracia, entró Don Ramón Aguiló Munar, Don Joan Fageda Aubert, Doña Catalina Cirer, Doña Aina Calvo, Don Mateu Isern, Don José Hila, Don Antoni Noguera y ahora otra vez con Don José Hila.

¿Tiene algún recuerdo especial de alguno de ellos?

Bueno. De todos guardo recuerdos especiales, en función de su distinto carácter. Considero que todos ellos han sido buenos alcaldes y, a nivel interno, Don Joan Fageda era muy buena persona, todo un caballero; Doña Catalina Cirer, también: Doña Aina Calvo era una gran oradora; Don José Hila es una gran persona, una buena persona; Don Mateo Isern muy campechaño; Antonio Noguera también es muy campechano y se acerca mucho a las personas. En definitiva, todos los alcaldes se han portado muy bien conmigo.

No ha hecho ninguna referencia a Ramón Aguiló.

Don Ramón Aguiló, un gran político, que en su tercer mandato lo tuvo un poco complicado. Fue precisamente él quien firmó mi primer nombramiento como Mayerdomo. Tengo muy buenos recuerdos suyos.

¿Cómo ha cambiado su trabajo a lo largo del tiempo?

El trabajo de los subalternos no ha cambiado sustancialmente en los últimos años. En tiempos de los alcaldes Ramón Aguiló, Joan Fageda y Catalina Cirer, fue una época de grandes cambios y teníamos mucho trabajo. Había muchas inauguraciones, recepciones, actos protocolarios, visitas a barriadas... Ahora este trabajo ha disminuido considerablemente, aunque nosotros seguimos estando al pie del cañón.

¿Sigue habiendo tanto trasiego de papeleo?

 Parece una contradicción, pero con la informatización no se ha disminuido el papeleo. Seguimos trasladando papeles y documentos para su firma. El papel se continúa utilizando notablemente, aunque, por supuesto, ha habido una disminución. Ahora ya no se producen aquellas sesiones de la firma del alcalde a la que acudían el secretario, el interventor y todos los jefes de sección con un montón de carpetas y documentos. Hacían guardia ante el salón de sesiones e iban entrando uno a uno a pasar la firma y dar novedades al alcalde.

Por lo que veo les ha afectado poco el teletrabajo...

 No nos ha afectado en nada. Nuestro trabajo siempre es presencial y debemos estar al pie del cañón. Durante el confinamiento ninguno de nosotros ha podido trabajar desde su casa.

¿Cree que su oficio está en extinción?

 Espero que no, porque siempre es necesario que haya alguien que organice el trabajo de los subalternos y que haya una cabeza visible a la que poder acudir para una queja o que se haga responsable de los fallos que pueda haber. Además, si desapareciera el cuerpo como tal, el trabajo que realizamos nosotros lo deberían asumir otros funcionarios como auxiliares y administrativos.

¿Ha habido alguna orden que le ha sido difícil cumplir?

 La verdad es que no. Ejecutamos decisiones adoptadas con todo el rigor y diligencia. Si en el salón de sesiones se quitó el dosel, el San Cristo y el busto del Rey, han sido decisiones apropiadas en su momento por quien la adoptó.

¿Recuerda algún momento complicado?

 La noche del 23F, con el alcalde y los concejales reunidos en el despacho y con bastantes nervios, y cuando avisaron que habían colocado un artefacto explosivo. Vinieron los artificieros y lo que se encontró fueron dos cartuchos de dinamita escondidos detrás de los radiadores.

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