Fueron pioneros hace más de ocho décadas al abrir una tienda con toda clase de mascotas, algo inédito en la Palma de posguerra, y lo son ahora dando a conocer por Instagram el centenar de aves y roedores que tienen en venta y recibiendo pedidos de cualquier punto de Mallorca. La histórica pajarería Arnaiz, fundada en 1939, se ha metido de lleno en las redes sociales gracias al impulso que le han dado los hijos de la actual dueña, Margarita López Vallori, aunque la mayoría de los clientes habituales la siguen visitando y la conocen bien porque llevaba más de 30 años como dependienta con la segunda y tercera generación de la familia Arnaiz.

El negocio, que está incluido en el catálogo de establecimientos emblemáticos, se llama ahora Mascotas la Rambla y los jóvenes Irene y José Miguel crearon una cuenta con ese nombre el pasado enero y empezaron a colgar fotos de forma periódica. Sin embargo, «con la pandemia se potenció muchísimo, porque realizábamos repartos a domicilio y nos hacían numerosos pedidos a través de mensajes privados», como detalla la propietaria. Han subido casi 300 publicaciones, en las que hay imágenes de «todas las aves que van llegando a la tienda, sobre todo periquitos, canarios, loros, cotorras, agapornis y rabadillas rojas», enumera.

Pese a que son especialistas en este tipo de mascotas, Margarita también vende roedores y cuenta que «durante el confinamiento aumentó la compra de conejos, cobayas y hámsters debido a que son animales que interactúan y pueden salir de sus jaulas», por lo que fueron un entretenimiento para muchos clientes encerrados todo el día en sus casas.

Rusky, cliente habitual

En cuanto a los objetos y comida que oferta, tiene para cualquier mascota y por eso recibe la visita prácticamente diaria de Rusky, una mezcla entre collie y pastor alemán que «es el héroe del barrio porque le encanta proteger a los animales pequeños». Además, «adora mirar los roedores que hay en la tienda y las chucherías que le da Margarita», como destacan sus amos, Catherine y Karim, que recomiendan encarecidamente este comercio por la «experiencia y amabilidad de la dueña».

Los fundadores, Miguel Arnaiz y Magdalena Tugores, se sentirían orgullosos de la continuidad del establecimiento de la Rambla, ya que amaban a los animales. Tras el renombre que le dio al negocio su hijo Cipriano, pasó a la tercera generación con Magdalena, Toni y Miquel, hasta que su veterana dependienta cogió el relevo.