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La alternativa para no ser un nini

Más de medio centenar de adolescentes de 14 a 16 años participan en el programa municipal Alter, que les permite aprender un oficio mientras lo compaginan con dos días de clase semanales para poder obtener un título académico

La alternativa para no ser un nini

La alternativa para no ser un nini

Tatiana se aburría en clase. A sus 15 años, quería «hacer algo que fuese más activo», explica. Había oído hablar del programa municipal Alter por una amiga que estudiaba peluquería, pero a ella le gustaba el comercio y la moda. «Mis padres tenían una tienda en la zona de la plaza de Toros y a mí me encanta tratar con la gente», por lo que antes de las vacaciones de Navidad del año pasado habló con el orientador de su instituto, el IES Antoni Maura, para saber si podía apuntarse a una alternativa educativa que el Ayuntamiento gestiona directamente desde este mes. La joven acude tres días a la semana a la tienda de ropa Nexy, en la calle Metge Josep Darder 28, y allí ha aprendido a «poner las alarmas y etiquetas de los precios, doblar la ropa, vestir maniquíes, montar escaparates, cambiar el género y limpiar», enumera.

A Tatiana Francisco Salvat le falta controlar la caja registradora y las cuentas, aunque entiende mejor la importancia de estudiar asignaturas como Matemáticas. Lo sigue haciendo en su centro docente, al que acude dos veces por semana con otros alumnos de Alter, donde también les enseñan Castellano, Catalán, Ciencias y Música. Como ella, 59 jóvenes de 18 institutos y colegios de Palma compaginan el curso lectivo con el aprendizaje de un oficio que les gusta y, tras superarlo, obtienen un certificado académico. Tienen entre 14 y 16 años, por lo que aún no pueden acceder al mercado de trabajo, de ahí la necesidad de que exista una alternativa para los que no muestran interés por estudiar, han repetido curso y en muchas ocasiones provienen de algún tipo de problemática social.

El 75% sigue estudiando

Al encontrar un camino que les motiva, se aleja la amenaza del fracaso escolar, ya que el 75% de los participantes en Alter entre 2017 y 2020 retomó los estudios y la mayoría se inscribieron en un grado de FP. Además, un 24% se insertó laboralmente. Las cuatro educadoras sociales que realizan su seguimiento les aseguran que «son muy afortunados, ya que han conocido antes que los demás qué es un trabajo». También les enseñan habilidades sociales y comunicativas, y a potenciar la autoestima, así como a hacer un currículum o enfrentarse a una entrevista. Estas trabajadoras del área de Bienestar Social buscan «empresas colaboradoras que se adapten al perfil de los jóvenes y que tengan alguien adecuado para enseñarles», explican.

Actualmente hay 18 empresas y entidades para que los alumnos de Alter aprendan profesiones como cocina, pastelería, cuidado de niños, cuidado de animales, mantenimiento de inmuebles o de embarcaciones, informática, mecánica, chapa y pintura, y tras la petición de Tatiana, auxiliar de comercio. Y como hizo su amiga, también hay peluquería y estética, que se imparte en la Academia Llongueras, situada en la calle 31 de Desembre.

La coordinadora del centro, Antònia Vives, conoce muy bien el programa desde sus inicios en 2006 y está «encantada porque los resultados son esperanzadores». «Siempre pongo como ejemplo el de una alumna, María, que venía del fracaso escolar y no parecía que tuviese ningún interés por nada. A los cuatro o cinco meses, el cambio era absoluto y, con una beca, pudo seguir con nosotros los demás cursos». Ahora lleva cinco años en la peluquería que le hizo su primer contrato laboral, cuya dueña «asegura que le tocó la lotería», destaca Vives.

La propietaria de la tienda de ropa, Nexy García Rangel, cree que «la motivación es esencial», dice alabando la «predisposición» de su alumna. Con Alter, ambas han salido beneficiadas, una por el aprendizaje y la dueña porque se ha puesto las pilas con las redes sociales. «Con la pandemia y la ayuda de Tatiana, que hace de modelo, me he espabilado», ríe. Las formadoras y las educadoras sociales también han visto fracasos, aunque «por poco que logres, ya es mucho», concluyen.

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