El enfermo terminal de cáncer de 83 años y con demencia senil que este viernes iba a ser desahuciado, Julio Díaz, podrá seguir en su casa porque la ejecución judicial fue paralizada en el último minuto, cuando el cerrajero ya estaba en la puerta de la vivienda del Rafal y quedaba poco para que llegase la comisión del juzgado número 1 de Palma. Su abogado, Diego Costa, presentó por la mañana «una querella contra el juez ante el Tribunal Superior de Justicia de Balears pidiendo la paralización cautelar, una recusación para que su señoría se aparte del caso, un recurso de queja y un incidente de nulidad del procedimiento», en palabras del letrado.

Se basa en que «la tramitación judicial no se ha hecho de forma correcta» y, tal como concretó la presidenta de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Àngela Pons, «el juez tenía claros indicios de que el préstamo que Julio Díaz avaló con su casa era usurero, además de conocer que lo firmó con demencia senil, una responsabilidad que recae sobre todo en el notario». Pons criticó que «profesionales en los que la gente confía no hagan las cosas bien. Está claro que una persona mayor y enferma no puede ser avalista, y menos con su vivienda, ya que puede suceder esto».

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Paralizan el desahucio de un anciano con demencia senil y un cáncer terminal en Palma B. Ramon

Por ahora, Julio no perderá su planta baja de la calle Taronger, pero el procedimiento judicial no ha finalizado y no se sabe cómo acabará, ya que el inmueble fue subastado para pagar el préstamo de 59.000 euros, cuya devolución superaba los 83.000. La portavoz de la PAH explicó que los 92.000 euros que ingresaron a Julio en su cuenta bancaria procedentes del remanente de la subasta «es lo que esgrimía el juez para echarle de su casa. Sin embargo, no se puede utilizar, está en guarda y custodia, debido a que si gana el recurso y le retornan la vivienda, ese dinero vuelve al banco».

«Yo me quedo aquí»

Mientras tanto, Julio Díaz lo tiene claro: «Yo no me voy a ninguna residencia ni a ningún sitio, yo me quedo en casa, cuidando de mis arbolitos. Me encanta estar solo», como remarca mientras muestra el frondoso jardín de naranjos, cerezos, ciruelos, una higuera y un mandarino en su esplendor con la fruta madura. «De este me proveo yo todos los días», señala antes de relatar que se levanta a las seis de la madrugada, se toma «el café y el cigarrillo, y cuando deja de hacer frío», sale al jardín. Allí se encuentra con un ejemplar de Diario de Mallorca, que uno de sus vecinos le lanza todos los días desde el balcón. Lo podrá seguir leyendo tranquilamente en su casa a pesar de las dificultades por su enfermedad terminal.