La antigua oficina bancaria de la calle Foners 16, abandonada desde hace más de cinco años, tiene ahora una sala de estudio, una habitación con tres camas para quienes sean desahuciados y una amplia zona de reunión y almacenaje, ya que uno de los objetivos es repartir alimentos a los más necesitados. La denominada Casa Obrera pretende convertirse en un centro sociocultural.