Los llonguets, los de Ciutat, han vuelto a sentarse bajo la sombra de los plátanos que flanquean el local del antiguo Café Lírico. Y lo hacen porque este emblemático establecimiento ofrece de nuevo llonguets, los típicos panecillos, y también pan de payés con tomate de ramallet, ensaimadas y otros dulces del reconocido obrador Fornet de la Soca. Durante los dos últimos años, los palmesanos no han pisado el negocio abierto en 1894 en la avenida Antoni Maura porque, tras más de un siglo sin apenas cambios, en 2018 sufrió una importante transformación que lo convirtió en una llamativa franquicia de zumos.

Los nuevos responsables del negocio, ahora llamado Maura, van recuperando poco a poco la esencia de antaño adaptándose a los nuevos tiempos. Querían que se denominase Gran Lírico para que no perdiese el topónimo, pero hubo problemas con el registro. Y están buscando las tradicionales mesas de mármol y hierro forjado que caracterizaban el interior y donde tantos artistas se relajaron tras su función en el desaparecido teatro del mismo nombre. Por el momento, la barra vuelve a tener espejos en las estanterías, aunque no está el letrero con el topónimo originario, Ca's Andritxol, que el franquismo obligó a cambiar por el uso del catalán. Y la decoración ha eliminado los colores chillones del fallido negocio anterior para recuperar los tonos suaves.

"Lo primero que hicimos fue quitar la treintena de focos de luz blanca que había y las lámparas fucsia y negro", destaca Débora Protti. Ella y su pareja, Francisco González, están muy ilusionados con su nuevo proyecto -regentan los cercanos Bocalto y Fervor- y creen que "la recuperación de un local tan emblemático como este tiene que hacerse con el máximo respeto", añade él. "Los vecinos se han implicado mucho. El artista Carlos Penas nos dio una lámpara antigua de cristal que colgaremos y otro vecino aportó varios faroles tradicionales que eran de Cort. Los clientes nos están felicitando por la mejora", se congratula.

Calidad en Antoni Maura

En cuanto al producto, lamenta que "la avenida Antoni Maura se ha convertido en un 'mataturista'. Queremos dar calidad a la calle, porque no se puede engañar con precios elevados y comida mala. Además, no tenemos que vivir del turismo, ahora menos que nunca, sino cuidar al residente, que es quien te puede llenar la caja todos los días", afirma González. Según Protti, "no se les puede tomar por tontos, ni a unos ni a otros, ya que acudirán una vez por la terraza y la ubicación, aunque se sentirán estafados y no volverán". Por eso, ellos apuestan por la gastronomía de calidad en los desayunos, tapas y ensaladas que ofrecen. El año que viene ampliarán la carta con cocina mallorquina, su esencia adaptada al nuevo Lírico.