Los comerciantes de la calle Sant Nicolau han comenzado a utilizar silbatos para alertar de la presencia de carteristas en sus tiendas y espantarlos antes de que cometan un hurto a un cliente o de artículos del establecimiento. Este sonido disuasorio nace de la desesperación de las propietarias y dependientas -prácticamente todas son mujeres- de una calle de poco más de cien metros que este verano ha atraído a expertos en el método de robo al descuido. El presidente de la asociación de comerciantes Palma Viva, Pep Lluís Iglesias, explica que "otros años apenas había carteristas, simplemente algunos focos en las paradas de autobús turísticas, como la de la plaza de la Reina, pero este verano parece que se han trasladado los ladrones de las zonas costeras, como la Platja de Palma, ante la falta de visitantes", según su percepción.

Una de las afectadas, Piluca Osaba, que hace tres días tuvo que sacar el silbato para echar de su tienda a dos sospechosos, detalla que "hay grupos fijos que en total suman una veintena de personas y actúan en parejas. Mientras uno hace de ojeador, el otro ejecuta el hurto". Susana Armendáriz, de Top Natural Fibers, añade que "hay más carteristas que turistas y compradores, pero analizan a los pocos que pasean por aquí para encontrar posibles víctimas". Osaba concreta que "el centro de operaciones lo tienen en la plaza Chopin, desde donde llaman por teléfono a sus compañeros para darles la descripción de a quién tienen que robar".

La impulsora de la "brigada del silbato" destaca "lo profesionales que son, con tres cambios de ropa diarios para no ser identificados, tapados con mascarillas, por lo que es más difícil reconocerles, y muy bien estructurados. Llevo 25 años en el comercio y no había visto nada igual", lamenta.

1.000 euros a un turista

El ámbito de actuación abarca esta zona comercial, incluida la cercana calle Jaume II, donde la semana pasada "sustrajeron 1.000 euros a un turista a la salida de una zapatería", destaca. Iglesias añade que en la Rambla también ha habido hurtos, como el que se produjo en un bar de tapas cuya propietaria se quedó sin el bolso y un empleado, sin el móvil.

Y ambos critican la "pasividad policial". "Hay una absoluta falta de vigilancia en la calle y, cuando llamas por un hurto, no vienen, por lo que ya ni llamamos", según el presidente de la asociación de comerciantes. Desde la Policía Nacional, afirmaron que no les "constaba este problema" y que "en el distrito Centro hay un 20% menos de denuncias por hurto en julio respecto al mismo mes de 2019". Además, concluyeron que "hay dispositivos policiales de paisano que sí vigilan".