Quien no conozca el origen del edificio, encontrará fragmentos de su historia en los rincones del hotel boutique recién abierto en el corazón de Pere Garau, en la plaza de las Columnas número 8. Una primera pista se halla en la entrada lateral, donde un letrero en la fachada señala 'Est. 1927', cuando se construyó la casa de la familia Guasp Quetglas. Junto a la recepción, una antigua fotografía color sepia muestra el inmueble tal como era en sus inicios, cuya planta baja albergaba la fábrica de baldosas hidráulicas Can Boira. Arriba vivían los propietarios y de ahí se ha recuperado la mayor parte del pavimento artesanal. Pieza a pieza, estancia a estancia, se han rescatado los elementos de valor patrimonial que quedaban y el inmueble que durante años albergó el Hostal Baleares se ha convertido en el Nou Baleares, el primer hotel de cuatro estrellas en el popular barrio.

Otro rincón, esta vez situado en la cafetería-restaurante, alegra la vista con pinturas y collages de una docena de niños que reflejan diferentes zonas de Pere Garau, como el mercado o un banco de la plaza, aunque también hay dos fotos recortadas de los primeros dueños del inmueble y un texto que dice así: "Nació en el siglo XX como una fábrica de cerámica. El barrio creció y también lo hizo el edificio en forma de hostal. Ha estado mucho tiempo cerrado y hoy, con las raíces bien presentes, renace como un hotel", explica un pequeño participante.

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El hotel Nou Baleares rescata el origen de la fábrica Can Boira

En el extremo opuesto del local de restauración, precisamente llamado Boira, sorprende ver el característico rótulo de madera que daba la bienvenida al hostal cerrado hace tres décadas. Estaba en la fachada principal, que ahora reluce con las típicas persianas mallorquinas restauradas y, sobre todo, con el balcón invernadero de la primera planta, desde donde se observa la frondosa vegetación de la plaza Francesc Garcia i Orell. "La rehabilitación de este edificio es muy importante desde el punto de vista urbanístico, porque dará vida a una zona que terminará de recuperarse con la construcción del eje peatonal de Nuredduna, que desemboca justamente aquí", destaca el arquitecto responsable de la reforma, Nacho Salas [vea aquí las imágenes del hostal].

"Orgulloso" del resultado, su trabajo fue "más sencillo gracias a que el promotor ha escuchado y comprendido bien que había que conservar todo lo que tuviese un cierto valor y quitar los añadidos para lograr un buen proyecto", tal como explica. "La baldosas que se podían salvar fueron retiradas, clasificadas y trasladadas a la planta baja", por lo que ahora los clientes del bar las ven junto a la barra. Las que quedaron sueltas se aprovecharon para crear parte de la señalética del hotel, como los números de las habitaciones. También se preservan la escalera central, los forjados y pilares de hierro y las vigas de madera, se ha sacado a la luz parte de los muros de marés originarios e incluso se han dejado "curiosidades como los antiguos contadores de obra y el cuadro eléctrico", que llaman la atención en el recibidor que da acceso al patio. Y este espacio a cielo abierto vuelve a ser diáfano tras la eliminación de los muchos añadidos que tenía.

Salas remarca que "se trata de una reforma muy respetuosa que ha ido más allá de lo que obligaba el catálogo", en referencia al nivel de protección establecido por el ayuntamiento de Palma. Durante años, la asociación que vela por la preservación del patrimonio en las islas, ARCA, reclamó que el histórico inmueble fuese incluido en el catálogo municipal y al final lo consiguió la pasada legislatura del Pacto. De lo contrario, hubiese sido derribado, a pesar de que "el volumen se ha conservado muy bien, con una imagen unitaria de las tres fases en las que se edificó, y solo ha necesitado refuerzos a nivel estructural", en palabras del autor del proyecto.

Del interiorismo se ha hecho cargo Marisa Clar, que ya había trabajado con Treguer Hotels en otros establecimientos turísticos. El gerente, Jaime Alomar, valora "la combinación que ha logrado entre los elementos recuperados y los nuevos", procedentes sobre todo de la artesanía tradicional mallorquina e industrias locales. Le hubiera gustado haber podido aprovechar más singularidades del inmueble, pero su interior se encontraba "muy degradado y con okupas que se llevaron todo lo que pudieron", lamenta. Parte del mobiliario del hotel tiene un aire colonial y en muchos de ellos predominan materiales naturales como madera, mimbre, llata o hierro forjado. El origen artesanal de los objetos decorativos se ve claramente en la planta baja, adornada con piezas de cerámica, barro o vidrio soplado.

Apertura con Covid

La apertura del Nou Baleares fue el pasado 15 de julio y se retrasó debido a la pandemia provocada por la Covid-19. A pesar de que, como en todo el sector turístico, "ha influido en las reservas y en la comercialización", el director del establecimiento, Yan Garayalde, es optimista. "Para agosto hay 25 reservas" -de las 45 habitaciones disponibles- frente a la decena de huéspedes que han tenido esta semana. "La comercialización se inició en noviembre mediante contratos con mayoristas, varios motores de búsqueda web especializados y touroperadores del mercado chino", destaca sobre una población muy asentada en Pere Garau, por lo que este hotel puede ser atractivo para clientes del gigante oriental.

El responsable explica que se dirigen especialmente a dos tipos de perfil, "un turista que busca una combinación de ocio-ciudad y el huésped que viene a Palma. El primer caso es el de Ulrich Schumacher, que se ha alojado "tres días" en el Nou Baleares "para visitar sobre todo la Catedral y sus ventanales de colores. Ya había estado en la ciudad varias veces, pero aún no conozco la Seu", tal como cuenta quien buscaba "un hotel urbano pequeño" antes de continuar sus "vacaciones en la finca de unos amigos" en el Llevant.

La cafetería del alojamiento ha empezado a ser frecuentada por los residentes. Gabriel Petro, que vive justo enfrente, estaba "muy interesado en saber cuándo abre el restaurante". "A final de verano", le responde Yan. El vecino opina que "la reforma del edificio es un incentivo para el barrio de Pere Garau". El impulso del que habla también el arquitecto ya se nota en el ambiente de la terraza. En breve se beneficiarán los puestos del mercado, porque "en Boira se ofrecerá producto de proximidad con el concepto flexatariano, es decir, un vegetariano flexible". Aunque la rehabilitación rescata sus orígenes, parece claro que las cosas han cambiado.