La celebración del Corpus ayer en la Catedral fue tan extraña como todo este 2020. Se trataba de la primera procesión del año tras la suspensión de la Semana Santa, pero se hizo por el interior de la Seu y los feligreses no pudieron admirar en todo su esplendor la florida Lledània, que permaneció en el altar mayor [vea aquí las imágenes de la celebración]. Sí procesionó la Custodia del Santísimo bajo palio y portada por el obispo, Sebastià Taltavull. Era el único del paso que no llevaba mascarilla, pero mantenía la preceptiva distancia de seguridad situado justo en el centro del palio.

Antes de acceder al templo, un empleado medía la temperatura a los fieles, todos con la nariz y la boca protegidas y guardando la obligada separación. Entraron un máximo de 400 para cumplir con el aforo permitido en la fase 3 de la desescalada y se sentaron en un banco señalizado, desde donde tuvieron que seguir la procesión sin caminar por las callejuelas del barrio catedralicio detrás de la Custodia, como es tradición.

Los que se acercaron antes de la hora de la eucaristía, pudieron ver en el altar la exposición del Santísimo, así como el tintinábulo y Conopeo; y la Lledània, situada en el presbiterio. Ayer tenía 1.200 pétalos de cera de colores que componían tres círculos concéntricos, con la cruz en el centro. Pesa casi 70 kilos y mide unos dos metros de diámetro, por lo que su traslado en procesión supone una gran complicación, aunque ayer no ocurrió, ya que permaneció expuesta todo el tiempo.

Acto sencillo

La festividad del Corpus es una de las más solemnes de la liturgia católica y siguió caracterizándose por ello, aunque "de modo más sencillo", como destacaron desde la Catedral, con una comitiva compuesta únicamente por los canónigos y presbíteros concelebrantes, además del obispo.

Taltavull presidió la eucaristía iniciada a las 18 horas, antes de la procesión, y durante su homilía destacó que, en estos meses de confinamiento, "muchos han manifestado que han aprendido a dar importancia a aquello que realmente la tiene, a valorar lo que es esencial, a relativizar muchas actitudes y comportamientos que no ayudaban nada a vivir una fe más auténtica y un estilo de vida más generoso y solidario", según sus palabras. El obispo prosiguió recordando que "hemos necesitado mucho el pan material para asegurar cada día la subsistencia, pero también hemos visto que con eso no hay bastante, ya que necesitamos llenar la vida de aquellos valores del espíritu que la dignifican".

Hacia el final de su parlamento solicitó "a la Mallorca de hoy, la del Covid-19, la de este momento histórico [...] respuestas valientes y generosas, una respuesta de esfuerzo colectivo, plenamente eucarística". Y durante la misa hubo unas palabras de oración para los enfermos y fallecidos debido a la pandemia del coronavirus que asola todo el mundo.