Con mascarilla, la distancia de dos metros de seguridad y el uso de gel hidroalcohólico como medidas obligatorias, el Casal Solleric abrió ayer sus puertas tras el confinamiento. Los visitantes, que estos días pueden contemplar la exposición de Joan Morey Col·lapse, tuvieron que acceder por una de las puertas del edificio y abandonar este por la otra, para evitar aglomeraciones, que en el primer día no se produjeron, al contrario. La misma medida se emplea en las escaleras que acceden a la parte superior del Solleric, con señalizaciones en puntos del recorrido.