El colegio Anselm Turmeda, en Son Roca, abrió ayer pero no para repartir Chromebooks o conexiones a Internet. Lo que las maestras entregaron durante toda la mañana fue material básico como folios, bolígrafos y lápices, porque la práctica totalidad de sus alumnos no tiene en casa [vea aquí las fotos]. Es más, el equipo directivo, conocedor de cuál es la situación de las familias, también les entregó bolsas de alimentos y la jornada acabó siendo "un exitazo".

En Son Roca, barriada densamente poblada y con casos en situación muy vulnerable, el problema no es tener tablet u ordenador para hacer las actividades escolares on line... El problema real es tener hojas donde escribir y un boli para hacerlo.

"La realidad de nuestro centro es esta, que hay niños que no hacen los deberes porque no tienen ni lápiz ni papel", comentaba Laura de Haro, jefa de estudios del Anselm Turmeda, colegio que había solicitado a la conselleria de Educación poder abrir ayer y mañana para ayudar a las familias de sus 108 alumnos. "Si las familias que atendemos ya estaban en situación de vulnerabilidad antes de esta crisis, ahora, mucho más", comentaba esta docente. Los de Son Roca son hogares con una economía muy frágil y en los que el dinero que entra da para cubrir los gastos de ese día, añadió De Haro sobre su experiencia.

Compra del centro

Tras conseguir esa autorización del Govern para abrir, el colegio compró lápices, ceras de colores y papel. Posteriormente, las maestras se dedicaron a preparar este material para los niños, además de las bolsas con los alimentos que les habían donado Mallorca sense Fam y Galletas Rosselló, dos entidades a las que Laura de Haro quiso agradecer expresamente su implicación.

Ayer debían pasar cincuenta familias por el colegio y solo fallaron dos, algo que para De Haro fue "un éxito sin precedentes". "Es un poco inevitable pensar que la donación de alimentos ha sido un reclamo importante", añadió sobe la jornada ya finalizada.

Además de los folios y lápices y el resto de material didáctico para afrontar estas semanas, perfectamente colocado sobre la mesa de cada niño, las familias se llevaron a casa botes de tomate frito, leche, huevos y galletas, entre otros alimentos donados. Las maestras también aportaron pagando de su propio bolsillo paquetes de pasta y botes de garbanzos para completar los lotes.

No es la única manera en la que en este centro se han implicado en el bienestar de sus alumnos. "La realidad es que las maestras han creado grupos de Whatsapp para conectar con las familias y hacen llamadas individuales", explicó la jefa de estudios sobre el trabajo que realizan durante este confinamiento. Con uno de los alumnos de quinto de Primaria incluso se ha ido más allá para ayudarle. Las fichas que le manda la tutora se pasan a Cruz Roja y sus voluntarios se las imprimen y se las entregan para que pueda hacerlas. Ante la imposibilidad de que el niño pudiera imprimir

Mañana se repetirá la operación con el resto del alumnado y desde el equipo directivo confían en que la conselleria de Educación les permita volver a organizar un reparto similar en mayo.