Con una fiesta en la que no faltaron los cremadillos de cebolla confitada y pescado en escabeche, Richard Piccone, responsable del Forn de Sant Elies, se despedía ayer por la tarde "con muchísima pena" de sus clientes y vecinos. Tras once años al frente de este emblemático establecimiento, este panadero de origen uruguayo, a sus 62 años, ha decidido cambiar de trabajo y de ritmo de vida, cerrando el horno el pasado viernes.

Sin embargo, otras fuentes informaron a este diario de que el verdadero motivo de la clausura es la deuda que tiene con la propiedad del local. Una de las dueñas del establecimiento denunció ayer que Piccone no paga el alquiler desde el verano, por lo que fue llevado a juicio e iba a ser desahuciado.

Con el cierre del Forn de Sant Elies, Palma se queda no solo sin una panadería artesanal, sino sin uno de sus establecimientos emblemáticos, abierto desde 1940.

"Por más que te guste lo que estás haciendo, últimamente ya no dejaba sus frutos y te ves cansado. Sabes que te quedan pocos años para disfrutar y que has trabajado tanto...", explicaba Piccone ayer sobre el fin del conocido horno de la calle Sant Elies, muy popular por sus llonguets. A partir de ahora, será conductor de autocar, como ya lo fue muchos años atrás, y quiere disfrutar de su familia, de ir en bicicleta con sus nietos, los mismos a los que muchas veces entretenía poniéndolos a amasar mientras él trabajaba.

La de ayer, decía Piccone, fue "la penúltima llonguetada", con la esperanza de seguir implicado en la vida del barrio.

"Llevo diez años aquí y otros ocho que estuve con Miquel Pujol del Forn sa Pelleteria. Son casi 18 años haciendo lo mismo y necesito un cambio de vida, de rutina... Llega un momento en que ni descansas, porque piensas en lo que tienes que hacer: tienes lo que haces cada día, más los pedidos y para uno solo es demasiado", contaba ayer en su pequeño obrador, en el que ha trabajado prácticamente toda su familia, colaborando para sacar adelante el negocio.

Sin embargo, desde hace nueve meses, Piccone estaba solo al frente del horno y el cansancio acumulado por jornadas en las que dormía pocas horas y a trompicones ha podido con él, se justificaba. La del cierre ha sido una decisión tomada ante la oportunidad de tener otro trabajo y llegar a la jubilación en mejores condiciones.

Ayer, con sus cremadillos y llonguets, Piccone quiso devolver la buena acogida que los vecinos y clientes de Sant Elies le dieron cuando recogió el testigo de Damià Poquet en 2009, "siendo un horno tradicional malloquín y un uruguayo el que lo cogía". A excepto de alfajores y la ensaimada dulce de leche, Richard ha continuado elaborando todos estos años productos típicos de la isla: cocarrois, ensaimadas, empanadas, pan, llonguets...

Este mes será una especie de transición mientras Piccone se prepara para su nuevo trabajo. El futuro del local de la panadería, que es de alquiler, es una incógnita. De momento, nadie se ha interesado por mantener abierto el negocio. "Es difícil que alguien lo haga. Son muchas horas y trabajo. Como no sea una pareja joven", añadía el hasta ahora panadero.