El director de cine Carles Bover, que tocó heridas profundas en Gaza -Goya al mejor cortometraje documental en 2019-, ahora, guiado por la voz de las mujeres, destripa la transformación de Palma en Destrucció creativa d'una ciutat. Destrucció creativa d'una ciutaSerá su segundo largometraje, que espera mostrar en el próximo Atlàntida Film Fest, en junio. En diciembre enseñó un proyecto paralelo, un pequeño anticipo, en los Diàlegs amb Ciutat,en Cineciutat.

"Es un retrato de Palma, indica Bover. Todos estos barrios, sacudidos por la gentrificación, los procesos de especulación, desahucios, la turistificación, en definitiva, la transformación que desaloja a los vecinos en aras del enriquecimiento de unos pocos.

Enqui López, de sa Gerreria, Lola Fernández, de El Terreno, Elena, de Flipau amb Pere Garau, y Graciela y María, de Son Gotleu, dan voz a un colectivo "invisibilizado" que, sin embargo, le grita al mundo que "si nos paramos todas, todo se para".

No hay lugar a dudas de que la visita a la ciudad se hace en clave feminista y desde la perspectiva de género. "Decidimos dar voz a la Palma más silenciada", reitera el cineasta mallorquín. En consecuencia, antes de iniciar el documental tuvo claro que el equipo iba a estar protagonizado por mujeres. "O sea, yo director y productor, ¿dónde estaba la perspectiva de género? No quise ser incoherente". De ahí que la película sea un mano a mano con Marta Hierro, en el guión y ayudante de dirección; Oslaya Zapata en el montaje, y Lucía Millán en el sonido.

"Todos somos corresponsables"

A lo largo de las entrevistas, de las conversaciones con vecinas, surgen los desgarros provocados por la estigmatización (Son Gotleu), el abandono (El Terreno), la regeneración (Pere Garau) y la mercantilización (sa Gerreria), las "cuatro fases de la gentrificación, que son cíclicas", apunta Carles. Y como "actitud", la resistencia.

En Destrucció creativa d'una ciutat no se dan soluciones, ni conclusiones. "Planteamos conflictos, hacemos preguntas" en situaciones en las que, según Bover, "todos somos corresponsables". Bastan un par de ejemplos: "Nos gusta que abran locales nuevos, bonitos, alternativos, nos quejamos de cómo cambia la fisonomía de un barrio pero a la vez nos parece bonito, y nos gusta ir; o el turismo, quién no usa Airbnb o alguna otra plataforma. A todos nos gusta ir al otro lado del mundo. Claro que no somos responsables de los fondos buitre, pero en nuestra actitud encontramos contradicciones", apunta Bover.

Desde 2017, Bover se interesó en la gentrificación, pero puso el foco solo en Son Gotleu, el barrio donde vivía con sus padres. En la actualidad ha habido cambios porque amplió a otras zonas de Palma. La sustanciación del largometraje también se ha modificado al servirse de la animación para suplir "situaciones personales que acabaron", indica el director de Gas the arabs, su primer largometraje.

Bover es un director poco intrusivo, "mi manera de dirigir no fuerza situaciones, intervengo poco en la realidad", y le ha colocado en situaciones inesperadas, de ahí los recursos de voces en off que hablan de pensamientos; además de la ya mencionada animación.

La diversidad de mujeres se evidencia en la película, a la vez que "se asemejan en su coraje: todas quieren ir hacia delante, luchar por sus derechos. No son estereotipos. Sus problemas nos tocan a todos", recuerda Bover.

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