Pintaba una mañana de Beneïdes en petit comité con el trazado de la comitiva poco concurrido hasta que tras la salida del párroco de la iglesia de Sant Miquel a la calle surgieron cientos de animales. Sus dueños se apuntaban a la tradicional bendición conjunta que cada 17 de enero, festividad de san Antonio Abad, produce el desfile de la fauna. De todo pelaje y condición.

Como un can de trapo, Calcetines, al que su dueña, la niña Julia, quiso que el párroco Antoni Gomila regara con el agua santificada al igual que cientos de animales de carne y huesos. La curiosidad no se la perdió el alcalde José Hila, que en un alto de las cavilaciones acerca de si se suspende la Revetla o no ante la amenaza de una borrasca asegurada, inmortalizó al peluche.

De nuevo, las rapaces, águilas harris, lechuzas, un cernícalo y la cacatúa Carolina son los animales más vistosos de unas Beneïdes que fueron aprovechadas por dos activistas veganas en defensa de los derechos de los animales.

Con una pancarta con fotografías de los animales que sustentan la alimentación del común, gallina, cerdo, vaca y cordero y su "derecho a vivir", trataron de convencer al sacerdote. Ante el mismísimo santo patrón de los animales.

Siempre que pueden, Miquel Bonnín y Coloma Ripoll se acercan a Sant Miquel para que Blat, un perro de raza golden retriever de 5 años, reciba las aguas. Ayer apreciaron la ampliación de líneas de la EMT que permiten subir a los animales. "Vamos avanzando", opinaron. Con todo, recordaron que "quien tiene animales ha de ser responsable".