Las tres fincas que fueron desalojadas la semana pasada por alto riesgo de derrumbe habían cumplido con su obligación de presentar el certificado de la Inspección Técnica de la Edificación (ITE), llamado ahora Inspección de Evaluación del Edificio (IEE), aunque en ninguno de los casos la habían superado ya que presentaron distintos grados de deficiencias, que debían haber sido subsanadas por los propietarios.

En el caso del edificio de Pere Garau, como consecuencia de la presentación del informe, los técnicos municipales habían ordenado el apuntalamiento de una estructura en mal estado ya que los dueños del inmueble no habían presentado la correspondiente solicitud de licencia de obras.

En este caso el Ayuntamiento ha iniciado el expediente de declaración de ruina, por lo que los propietarios del inmueble tienen dos opciones: presentar un proyecto de reforma integral y ejecutarlo o proceder a su demolición.

En el edificio del centro de la ciudad se detectaron deficiencias en los pilares de la primera planta del edificio, que se deberán reforzar por parte de los propietarios, mientras que en el de la Soledat también se encontraron defectos en la estructura del inmueble desalojado, aunque no en los dos vecinos de su misma tipología, que también fueron revisados.