Los jóvenes de Son Roca no tienen aún el gimnasio aprobado en los presupuestos participativos de 2017. Ni tampoco el futbolín que la entidad social Projecte Naüm les había conseguido para que estuvieran entretenidos en el Espai Jove del barrio y así no buscaran alternativas de ocio en la calle, molestando al vecindario. La última visita del regidor de Participación Ciudadana, Alberto Jarabo, se saldó con la advertencia de que el futbolín no encajaba en el reglamento de casales de barrio, no había sido autorizado. Sí podían dejar la mesa de ping pong.

La situación les parece del todo injusta a los profesionales que tratan con estos chicos adolescentes. El equipo de Naüm considera que "el Ayuntamiento está dificultando la plena inclusión de los jóvenes en situación de exclusión social". La burocracia municipal ha chocado de pleno con las necesidades del barrio y con la experiencia de los educadores sociales. "En Naüm tenemos dos futbolines y es un éxito entre los niños, además de un recurso metodológico", explica Margalida Jordà, directora de esta entidad que lleva 20 años trabajando con los menores de Son Roca.

Además de no comprender el daño que puede hacer que los chicos se entretengan dentro del Espai Jove jugando al futbolín, supervisados por la educadora social y la dinamizadora juvenil, Margalida Jordà también muestra su 'enfado' por la falta de empatía demostrada por parte del Ayuntamiento. A principios de la anterior legislatura, explica, Naüm y los vecinos de Son Roca se reunieron con el alcalde y con varios regidores para ver cómo se podía mejorar la colaboración, una reunión solicitada por el Ayuntamiento.

A raíz de ese encuentro, los jóvenes de Son Roca, apoyados por los vecinos y Naüm, se decidieron y presentaron una propuesta a los presupuestos participativos del Ayuntamiento. Cumplieron con todos los trámites y pidieron un gimnasio. Su propuesta se aprobó, asignándoles una partida de 15.000 euros. Como la mayoría de proyectos, por motivos urbanísticos, su sala con material de gimnasia no se ha materializado.

Ante esta situación, y para evitar que los jóvenes causaran molestias al vecindario, ya que en los últimos años se habían recibido quejas, Naüm decidió a poner un futbolín en el Espai Jove. Pero el entretenimiento se acabó con la visita del regidor. Y Jordà se pregunta dónde está la colaboración prometida por Cort, a la vez que reclama que el reglamento de casales se adapte a las verdaderas necesidades sociales.

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