Las buñoleras Capilla Guzmán y Catalina Gomila llevan toda la vida por estas fechas amasando pasta para elaborar las delicias tradicionales de Santa Úrsula y Tots Sants. Como la víspera del Día de las Vírgenes cae este año en domingo, numerosos colegios encargaron ayer buñuelos en los cada vez menos puestos que aún quedan en Ciutat, entre ellos el ubicado en la calle Manacor 51, junto a Panisimo. "Lo hacemos para que no se pierda esta bonita costumbre, porque ya casi nadie los elabora en su casa", destacan quienes aprendieron de madres y abuelas la receta de los pequeños dulces, que estos días se regalan a las colegialas acompañados de claveles.

Las flores también se venden en el local que desde hace ocho años ocupan Capilla y Catalina. "Antes yo hacía buñuelos para la iglesia de San Alonso, en el Pont d'Inca, pero como mi vecino tiene este establecimiento y le encanta conservar las tradiciones de aquí, nos vinimos a Palma", cuenta la primera. El puesto con la enorme freidora apoyada sobre un bidón vivió ayer su jornada más álgida, aunque el lunes también esperan una gran afluencia de escolares, por lo que multiplicarán la oferta abriendo mañana y tarde, ya que normalmente lo hacen solo por la tarde de miércoles a domingo.

Masa sencilla

"El martes iremos a un colegio a explicar a los alumnos cómo se hacen los buñuelos", dice Capilla. "La masa es muy sencilla -añade Cati-, con harina, patata, huevos y levadura de pan. Lo más difícil es el agujero, pero no hay truco, solo experiencia". Dos horas antes de levantar la cancela del local, preparan la pasta, "porque tiene que fermentar", y la meten en un barreño verde que colocan cerca del aceite hirviendo para crear al momento las bolas con agujero que se convertirán en dulces solo unos minutos después.

Las buñoleras de la esquina de Manacor con Francesc Barceló i Combis elaboran "de ocho a diez kilos de pasta diarios de media, que se convierten en 25 o 30 kilos al transformarse en buñuelos". No duran mucho en el barreño fucsia donde reposan tras ser colados, debido a que "se venden rápido y hay bastantes clientes que piden un kilo, por lo que nos quedamos cortas", afirma Capilla.

Su puesto estará abierto hasta noviembre, ya que "cuando hace frío apetece comerlos y también son tradicionales en Tots Sants". Catalina rememora que ese día, "cuando las familias volvían del cementerio a casa, ponían la olla al fuego, preparaban la masa y, mientras hacían los buñuelos, se sentaban junto al fuego para rezar el rosario", relata recordando a su abuela y unos tiempos que hoy en día parecen muy lejanos.