Una emoción contenida llega al público cuando se escucha la voz: "¡Que comience la función!" El corazón pega un brinco al ver las piruetas aéreas de Loreta o comprobar que el hombre rana puede hacer una contorsión más sin romperse. Los niños no paran de reír y ayudar a Sandro frente al 'domador de leones' -este circo no tiene animales- porque no le deja hacer malabares. Con una mezcla de diversión y tensión, el Circo Raluy ha hechizado en su primera semana en Palma a unos 4.000 espectadores, que además se han llevado a casa el mensaje de que "debes estar enamorado de lo que haces para que las cosas sean como has soñado. El final del espectáculo es un homenaje al circo, aunque es extrapolable a cualquier faceta de la vida", afirma el fundador, director y maestro de ceremonias, Carlos Raluy.

La pequeña Nerea Gil, de siete años, salió de la carpa instalada junto al parque de sa Riera con un sueño: "Quiero ser eso de mayor, como la chica", dijo señalando a la acróbata, que se despedía con sus compañeros de los asistentes. Lo que más gustó a Manu Venteo, de nueve años, fue el cómico. "Casi no hablaba, pero nos reíamos mucho", explicó. Sandro también encandiló a Àngel Heredero, de cinco años, que resumió con la palabra "todo" sus preferencias circenses. Como cuenta Raluy, los 15 artistas y el resto de miembros de la compañía están encantados con el calor del público. "Nos dan la mano, nos abrazan y nos piden: "Volved, por favor". Una persona me aseguró que ha visto todos los circos que han venido a Palma y este es el más bonito", destaca del espectáculo que recrea la época dorada de los años 20 y 30.

"Recuperar la etapa que vivió nuestro padre, que nos enseñó el oficio, nos hace sentir orgullosos. No había televisión y la llegada del circo a un pueblo o una ciudad era todo un acontecimiento, porque no había nada", relata la segunda generación del negocio familiar, que conserva el romanticismo de antaño. Es la primera vez que sus 20 caravanas -auténticas piezas de museo- aterrizan en Mallorca y, tras un verano visitando zonas costeras, ponen el broche de oro en la capital hasta el próximo 3 de noviembre antes del regreso a sus orígenes, Barcelona, donde son muy conocidos. Ahora también en la isla, a la que quieren volver el próximo estío.

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