Palma se convirtió ayer en una ciudad de gigantes, cabezudos y otros llamativos personajes que acudieron a la XXIII Trobada de Gegants. Un año más, con su altura y sus bailes llamaron la atención de todos aquellos con quienes se cruzaron durante su desfile por el centro, desde la plaza de Cort hasta la plaza de España.

Los gigantes de diferentes pueblos de Mallorca y los miembros de sus respectivas colles acudieron a la cita con sus compañeros de Palma. En total, unas 30 figuras, que estuvieron arropadas por la música de los xeremiers y el ball de bot.

En Cort les recibieron el alcalde de Palma, José Hila, y el regidor de Participación Ciudadana, Alberto Jarabo, quienes celebraron que las tradiciones culturales como esta se mantengan vivas y cuenten con la respuesta de las colles geganteres de otros municipios.

Puntuales, a las once de la mañana, entraban los gegants en la plaza. Una hora antes ya se habían dejado contemplar en la vecina calle Palau Reial. Una a una, las distintas agrupaciones fueron presentadas por miembros de la Colla dels Gegants i Capgrossos de la Sala y ocuparon su lugar designado en Cort. Agrupaciones de Llucmajor, de sa Pobla, de Lloret, de Marratxí, de Santa Margalida, de Manacor, de Alcúdia y de Campos participaron de este tradicional encuentro que organiza el Ayuntamiento.

Los últimos en aparecer fueron los gegants de Palma, a los que se sumaron los capgrossos y gegantons. Tras el ball de bot a cargo de Al-Ryad, fueron las figuras las que dieron un paso al centro y bailaron. Su actuación dio paso al ya famoso grito geganter, que cada año lanza Biel, miembro de la colla palmesana, con el que comenzó el pasacalles de gigantes, capgrossos y gegantons por la calle Colom hasta la plaza Major, donde realizaron una segunda plantada. Desde allí, por la calle Sant Miquel se dirigieron a la plaza de España.