El agua volvió a tocar la muralla de Ciutat, pero no era la salada del mar que hace 400 años fue testigo de la disputa entre Canamunt y Canavall, sino la que ayer divirtió a miles de residentes y turistas en la contienda del Parc de la Mar. El redoble de tambores y los gritos de ambos bandos -de rojo los de arriba y de amarillo los de abajo- acercándose al campo de batalla hacían presagiar que venían con muchas ganas de poner a remojo al contrario demostrándole quién tenía más munición. Tras una hora de disparos, confeti y hasta purpurina, hubo un indiscutible vencedor: el refrescante agua en la calurosa tarde de domingo, que dio la bienvenida a septiembre por todo lo alto [vea las imágenes de la fiesta.

Las pistolas de colores fueron las armas más socorridas, aunque como la fiesta organizada por el colectivo Orgull Llonguet lleva ya cinco ediciones, los dos bandos y sus colles han perfeccionado los artilugios de combate. Canamunt sacó una catapulta y varios de sus Artillers apuntaron con ventaja subidos a una estructura metálica sobre ruedas. Canavall tampoco se quedó corto gracias al tanque que escondía un bazoca cargado del líquido elemento. El resto de los participantes, soldados rasos la mayoría, utilizaron botellines, botellas, difusores, globos y gran diversidad de pistolas, algunas conectadas a depósitos que iban colgados en la espalda.

El único con la palabra como espada y con ganas de poner paz entre tanto alboroto fue el juez Berga. Sin embargo, sus súplicas no sirvieron de nada y terminó asesinado. Antes recordó que no solo estaba allí "para mediar en el conflicto, sino para celebrar, con antelación, el 400 aniversario" de su muerte, explicó parapetado con un clásico bañador de rayas de medio cuerpo. "No me han cantado ni me han traído regalos ni pasteles", lamentó. Mosset, su inseparable ayudante, le tapaba con una sombrilla oriental que se quedó pequeña comparada con otras dos de playa portadas por participantes en la batalla.

El Pato Amo y la vaca

Los patitos de goma adornando vestimentas o en un modelo de pistolas de plástico no pudieron competir con El Pato Amo de la colla Sa Senyora Hipòlita i ses Amazones, que lleva dos años acudiendo a la multitudinaria fiesta. La vaca Milka de la colla Balduferos también se ha vuelto una experimentada en todo tipo de saraos, ya que los integrantes de este grupo de amigos ya la han paseado por el Mallorca Live y el San Fermín de sa Possessió, sin dejar indiferente a nadie, por lo que ayer no podía faltar.

No era una tarde para lucir las mejores galas, aunque algunos sí aprovecharon para hacer volar la imaginación con el atuendo, de ahí que hubiese faldas hawaianas, diademas con antenas, cascos de bombero, gafas de buceo para no mojarse los ojos -parecían poco cómodas-, además de muchas caras pintadas con el color de su bandería, aunque después de los chorros de agua, el maquillaje quedó convertido en churretes.

Se pudieron lucir antes de la batalla, cuando los contendientes partieron desde sus respectivas plazas, Sant Jeroni (Canamunt) y Drassana (Canavall), liderados por los Germans de Sastre y na Cati de Plaça, para encontrarse poco después de las 17 horas en el Parc de la Mar. El juez y oidor del reino, acompañado por un grupo de Caps de Guaita, intentó en vano apaciguar los ánimos, pero el griterío de los participantes y el sonido de las batucadas Tambors per la Pau y Daixonats dejaban claro que los asistentes querían sangre, perdón, agua. Lo lograron hasta que se acabaron los 22.000 litros distribuidos en piscinas de plástico. Quienes después de una hora necesitaban más acudieron a darse un chapuzón a Can Pere Antoni, a un paso de la batalla.

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